En el mundo, según cifras de las Naciones Unidas, el 40% de las labores del campo son realizadas por mujeres.
A pesar de esta amplia representación, no es un secreto que la agricultura se sigue pensando por y para los hombres. Un estudio de la FAO sugiere que si las mujeres tuvieran el mismo acceso a recursos productivos que el hombre, instrumentos para la formación y para estimular su participación en la toma de decisiones, la producción agrícola de los países en desarrollo aumentaría de un 2,5% a un 4% y el número de personas con hambre disminuiría un 12%.
Si bien cada vez son mayores las iniciativas de varios sectores por incentivar la participación la inclusión y la equidad de género en las labores del campo, aún existen varios retos transversales a los problemas sociales del país que no se han podido superar. “Somos conscientes de las brechas de género existentes, como la mayor tasa de desempleo de las mujeres en comparación con los hombres y la informalidad laboral que ralentizan el desarrollo del sector”, explica Vanessa Villarreal, gerente de marketing estratégico de Soluciones para la Agricultura en BASF.
La buena noticia es que en el país existe la disposición para trabajar en temas de inclusión para la mujer rural y propuestas para apoyarlas de diversas formas.
“En Ecuador, por ejemplo, estrategias como Súper Mujer Rural, han contribuido en apoyar a la toma de decisiones de política pública para reconocer los aportes de la mujer rural en la agricultura familiar campesina y en la seguridad alimentaria”, agrega Villarreal.
Los expertos aseguran que se puede continuar abriendo el camino para fortalecer la presencia femenina en el campo creando proyectos de inclusión de la mujer y mesas de trabajo por cultivos. “Desde el sector empresarial nuestro compromiso está en seguir contribuyendo a mejorar las condiciones de ellas, su papel es fundamental en el trabajo productivo del campo y en general, para el progreso del agro en el país”, concluye la vocera.
De esta manera, promover y abrir opciones para la mujer rural, otorgándole, por ejemplo, oportunidades educativas en carreras afines al campo, asegurará una mejor gestión y administración de los recursos económicos; diversidad de ideas y pensamiento; aumento de mano de obra; dignificación de la labor y un modelo a seguir para las generaciones futuras.