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El excanciller Guillaume Long cree que Ecuador debe tener una “muy buena relación” con EEUU pero a la vez salirse del “bilateralismo exclusivo” y, sobre todo, apostar por un proyecto de integración regional desde el que defender mejor sus intereses nacionales.

Allegado del candidato del correísmo, Andrés Arauz, en el balotaje del 11 de abril, y acompañante frecuente del mismo en sus contactos con la comunidad internacional, Long está convencido de que la política exterior de Ecuador debe ser “diametralmente opuesta” a la del actual presidente Lenín Moreno.

SIN ENTREGUISMOS

“Me parece fundamental dar un giro muy importante hacia una política mucho (..) más diversa (porque) con Moreno hemos visto un retorno al bilateralismo exclusivo con EEUU. Moreno estuvo totalmente alineado a la administración de Donald Trump”, dijo en una entrevista con Efe quien fuera el último canciller de Rafael Correa entre marzo de 2016 y mayo de 2017.

Así interpreta decisiones como “salirse de Unasur a pesar de ser su sede, entregar a Julian Assange (estaba refugiado en la Embajada ecuatoriana en Londres), entregar una pista aérea en Galápagos o poner fin a las negociaciones entre Colombia y ELN” en suelo ecuatoriano.

Cumplía la “cheklist sin pestañear” y las “grandes potencias no respetan a países alfombra”, afirma al instar a una diplomacia para “defender la soberanía sin caer en esta suerte de entreguismo”.

De origen franco-británico y nacionalizado ecuatoriano, Long ha regresado a Ecuador para apoyar a Arauz, a quien conoce de la época en la que ambos eran ministros en los gobiernos de Correa (2007-2017).

Ambos académicos, defiende no obstante “una muy buena relación con EEUU” y ve en la llegada de Biden “una gran oportunidad” para “una relación respetuosa”.

¿QUIÉN ESTABA IDEOLOGIZADO?

Después del distanciamiento durante los años de Correa, el reacercamiento a Washington ha sido uno de los pilares de la política exterior de Moreno, que obtuvo un masivo apoyo para la obtención de créditos de los multilaterales cuando el país andino más lo necesitaba.

Pero Long cree que “lo único que obtuvo de esta sumisión absoluta y vergonzosa fue un mayor endeudamiento” y que “la política exterior en el Siglo XXI es “mucho más que esta suerte de política exterior hiper-ideologizada, de blancos y negros, de buenos y malos”.

Y asegura que, pese a la creencia de que la política exterior de Correa estaba “ideologizada”, fue entonces cuando Ecuador más diversificó su diplomacia con la Unión Europea, Rusia, China, y también con Perú y Colombia, donde había gobiernos de otra ideología.

Una diplomacia a la que dice su país volverá si Arauz gana las elecciones, porque el centroderechista Guillermo Lasso “está en esa línea de continuidad”, en una “visión anacrónica de la Guerra Fría”.

“El gobierno de Arauz sería mucho más ecuménico en ese sentido”, destaca.

INTEGRACIÓN REGIONAL

A sus 44 años, y después de haber vivido en EEUU un año desde que dejó la Cancillería en 2017, Long ve en la integración regional la única vía para salir de “esta situación periférica que América Latina juega en el sistema internacional”.

“Es la meta principal. Unidos somos mucho más fuertes”, abunda sobre las declaraciones de Arauz acerca de restaurar el proyecto de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

Porque solo así, afirma, Latinoamérica podrá hacer frente a problemas desde una posición de mayor fuerza, precisamente en condiciones de una pandemia donde se aprecia más la diferencia entre Norte y Sur.

Abandonada por la mayoría de sus miembros, la Unasur tenía su sede en Quito, y sucumbió entre 2018 y 2019 debido, entre otras, a las discrepancias en torno a la crisis venezolana y los cambios de gobierno en el continente hacia la derecha.

Pero es “evidente que no vamos a poder recuperar Unasur si es solo una plataforma de izquierdas. Tiene que ser una plataforma de regionalismo que dé cabida a todas las expresiones de los gobiernos de la región”, advierte Long.

LA COYUNTURA HA CAMBIADO

Servirá también para posicionarse mejor frente a organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde está habiendo ciertos cambios y comienzan a entender que detrás de la obsesión por el “déficit fiscal” hay “vidas humanas”.

“El problema con el FMI son los condicionamientos. Vamos a tener que trabajar muy de cerca con él y llegar a acuerdos”, insiste el exministro quien, no obstante, reconoce que la deuda que deja Moreno será “manejable” durante los primeros cuatro años.

En febrero, después de la primera vuelta, Long acompañó a Arauz a Washington para reuniones con ese organismo, que ha concedido a Ecuador unos 6.500 millones de dólares.

“No vamos a volver al austericido de los noventa que condujo a mayor pobreza y desigualdad”, asegura al explicar que, “consecuencia” de ello, fue también el surgimiento de “la ola de izquierda en América Latina en los albores del Siglo XXI”.

Y pese a que percibe “un movimiento sensible hacia a izquierda”, ve altamente improbable que América Latina regrese a la coyuntura de hace una década.

“Es otro momento. Está claro que no vas a volver a las mismas políticas de hace diez años, pero sí creo que hay que volver a poner en el centro la integración latinoamericana, y tratar de traer ahí a la derecha, y de volver a la visión de un mundo multipolar. Andrés está en esa onda”, concluyó. EFE