Un cliente va en busca de un peluquero que corte con tijeras y se entera de algo inesperado.
Cinco meses sin cortarme el pelo. Veo mi rostro en el espejo y me digo: ya es hora. Entré a la primera peluquería que encontré. Un muchacho de veintitantos, apresurado como quien no tiene tiempo de perderlo, me preguntó:
—¿Corte?
—Sí —dije.
—Con máquina.
—Con tijeras —respondí.
—Aquí solo con máquina.
Me fui.
Seguí buscando. Otra peluquería, otra vez lo mismo. Tijeras no, máquina sí. Mi terquedad ya era un pacto conmigo mismo: si no es con tijeras, no es.
Muchos peluqueros, los más jóvenes, prefieren usar máquinas, ya que es más rápido y práctico para algunos estilos. Un corte con máquina puede tomar mucho menos tiempo que uno detallado con tijeras.
Hay clientes, como yo, que prefieren un corte “a la antigua”, donde el peluquero dedica tiempo y atención con las tijeras. Recordé una vieja peluquería, la de un anciano de manos gastadas. Nunca había entrado, pero sabía que allí el tiempo no se apuraba.
El peluquero me miró y supo.
—Con tijeras, ¿verdad? —preguntó.
Asentí.
Sus manos, que habían cortado cabellos desde hacía más de sesenta años, danzaban con las tijeras como quien escribe en el aire.
Empezamos a conversar y le conté sobre mi experiencia ese día con las otras dos peluquerías.
—Cuando lo vi, sabía que se iba a cortar con tijeras. Yo también corto con máquina, si lo piden.
Le quedan pocos clientes, me confiesa, porque muchos murieron durante la pandemia del covid en el 2020.
Durante más de tres meses no trabajó, por el riesgo del contagio, y durante esos días se iba enterando, en las páginas de obituario del periódico, de los muertos.
—Perdí setenta clientes en la pandemia —dijo mientras cortaba.
Setenta personas que nunca más entraron a su peluquería. Setenta nombres en las páginas de obituarios que repasaba cada mañana.
—Uno de mis clientes murió hace cuatro días. Cáncer de estómago.
Me miró a través del espejo.
—Solo falto yo. Mi mujer ya murió hace seis años— expresó.
Silencio.
Las tijeras siguieron su danza. Terminó.
Me miré. Asentí satisfecho por el corte. Le pagué tres dólares y nos dimos un estrechón de mano.
Me fui. El peluquero se quedó de pie con la tijera en la mano, aguardando por otros clientes, aunque cada vez son menos.
La labor del peluquero
Los egipcios, tanto hombres como mujeres, daban gran importancia al cabello como símbolo de estatus y belleza. Usaban pelucas elaboradas, hechas de cabello humano o fibras vegetales, y los “peluqueros” eran personas respetadas que empleaban herramientas como navajas de bronce, peines de madera y tintes naturales (como henna). Hay evidencia en tumbas de nobles que muestran estas prácticas.
El confinamiento del covid empezó el 16 de marzo de 2020 (con aislamiento obligatorio desde el 22 de marzo). Fin del confinamiento estricto: 4 de mayo de 2020 (inicio de la semaforización), con el fin del estado de excepción el 13 de septiembre de 2020.