El profesor Omer Bartov, historiador israelí y catedrático de Estudios del Holocausto y Genocidio en la Universidad de Brown, Estados Unidos, ha declarado que la situación en la Franja de Gaza, que inicialmente describió como limpieza étnica, ha evolucionado a un genocidio. Esta afirmación se basa en un patrón de destrucción sistemática que busca impedir la vida y aniquilar al grupo nacional palestino, comparándolo con el genocidio alemán en Namibia en 1904.
Bartov explica que la limpieza étnica implica el intento de expulsar a un grupo étnico de un territorio deseado por otro. Sin embargo, el genocidio se define por acciones llevadas a cabo con la intención de destruir a un grupo étnico, religioso o nacional, en todo o en parte. El punto de inflexión para Bartov se sitúa entre mayo y junio de 2024. Así lo explica en una entrevista con el medio español El Periódico.
El último refugio en Gaza
En mayo de 2024, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) ingresaron en Rafah, el último refugio para aproximadamente un millón de palestinos. Estos fueron forzados a evacuar a Al Mawasi, una zona costera sin infraestructuras adecuadas. Durante los dos meses siguientes, Rafah fue “destrozado”, según Bartov.
Esta operación marcó el inicio de una política destinada a hacer la vida de los palestinos “completamente imposible” en Gaza. En octubre de 2024, las IDF lanzaron otra operación en el norte del corredor de Netzarim, con el objetivo de vaciar completamente esa área de población palestina mediante la restricción de agua y alimentos, y operaciones militares, forzando la huida de la población por el hambre.
La destrucción irreversible
Bartov subraya que, aunque se firmó un alto el fuego en enero tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, Israel lo rompió unilateralmente en marzo de 2025, continuando con el plan de desalojo del norte de Gaza. El objetivo, según el historiador, es apoderarse del 75% de la Franja de Gaza, vaciarla completamente y concentrar a los dos millones de personas restantes en la zona de Al Mawasi, creando un “campo de concentración” con entrega controlada de asistencia, hasta que la población se vaya o muera.
Los informes recientes estiman que el 75% de las estructuras en Gaza han sido completamente destruidas o dañadas. Esta operación en curso no solo se lleva a cabo mediante bombardeos aéreos, artillería y tanques, sino también con el uso de bulldozers que demuelen sistemáticamente todo.
Para Bartov, esto no puede interpretarse de otra manera que como un intento de destruir a los palestinos en Gaza como grupo, buscando que la situación sea irreversible. “Aunque la guerra terminara hoy, los palestinos ya no tienen adónde regresar: han destruido todas las universidades, las mezquitas, las escuelas, los hospitales, los museos”, lamenta. Bartov compara esta estrategia con la de 1948, cuando, tras la expulsión de 750.000 palestinos, se destruyeron sus aldeas para evitar su retorno.
El llamado a medios y gobiernos
El historiador enfatiza la importancia de denominar la situación como genocidio sin esperar un juicio formal de la Corte Penal Internacional (CPI). “Si se espera hasta que la CPI finalmente lo juzgue y determine si es genocidio o no, el genocidio ya se habrá consumado”, advierte. Según Bartov, los signatarios de la Convención sobre el Genocidio de 1948 se comprometieron a prevenir, detener y castigar este crimen. Si se espera la declaración, solo se podrá castigar a los responsables, pero el evento ya habrá ocurrido.
Bartov hace un llamado directo a los medios de comunicación y a la comunidad internacional, a quienes considera que no están cumpliendo su función, para que “lo llamen por su nombre” y así el público pueda presionar a sus gobiernos para detenerlo, señala en la entrevista.
Bartov, un estudioso del Holocausto y genocidios modernos, señala que cada genocidio es único. Sin embargo, traza similitudes con el genocidio de los herero en 1904 por el Ejército alemán en Namibia. En aquel caso, un ataque de militantes herero contra colonos alemanes fue respondido con una campaña de aniquilación, justificada por los alemanes como una defensa de la civilización contra “salvajes”.
Falta de voluntad internacional
El historiador lamenta la falta de voluntad internacional para detener la situación en Gaza. Afirma que bastaría con que Estados Unidos declarara que “esto es un genocidio y tiene que parar“, suspendiendo el suministro de armas a Israel y retirando su cobertura diplomática.
Países europeos clave como Alemania, Francia y el Reino Unido continúan proporcionando armamento. Bartov, de origen judío y exsoldado israelí, reconoce que sus declaraciones han generado incomodidad en su país natal, donde muchos “están cegados” por los medios locales y una “constante incapacidad de empatizar con el otro lado”. (10).