Blanca Sánchez, de 81 años, trabaja desde hace 15 años vendiendo mercadería en la Peatonal 3 de julio, Santo Domingo.
Originaria de Manabí, Blanca Sánchez Mendoza llegó a Santo Domingo décadas atrás. “Vivíamos en San Miguel (Tosagua), luego compramos en San Vicente del Búa (Santo Domingo)”, cuenta desde su puesto. Su vida dio un giro cuando su esposo murió de un derrame hace 15 años.
Entonces, Blanca empezó a vender artesanías en un almacén local en Santo Domingo. “Me dieron un puestito ahí”, recuerda, pero ahora está en la peatonal 3 de Julio. “Mis hijos ya tienen sus familias, no me ayudan”, dice sobre sus hijos, ya independientes.
Cada quince días, invierte 60 a 70 dólares en mercadería del Complejo Ramia en la ciudad. “Voy cogiendo poquito a poquito”, explica, adaptándose a las ventas. Sin embargo, los días como el sábado 5 de abril de 2025, no vendió nada.
Salud y resistencia
A sus 81 años, Blanca enfrenta achaques, pero sigue firme. “Me caí dos veces de rodillas”, admite, usando ganancias para colágeno. Además, se atiende en el Centro de Salud La Rumiñahui en Santo Domingo, donde vive, por presión alta.
“Ya estoy mejor”, asegura, con revisiones cada dos meses. Durante el COVID, enfermó y sus hijos le pidieron parar. “Me dicen no vaya, pero yo sigo”, responde, decidida a trabajar hasta que “Dios diga basta”.
Por otro lado, la peatonal ha cambiado. “Antes, una hija vendía ropa aquí”, recuerda Blanca, pero ahora hay “pura gente nueva”. Las ventas, dice, no son como antes, afectando su rutina diaria.
La lluvia de Santo Domingo la ahuyenta
En Santo Domingo, Blanca abre temprano y cierra entre las 14:00 y 15:00 si llueve. Guarda su mercadería con una señora a la que llama Marta. “Ahí lo dejo enllavadito”, detalla, mostrando su organización.
Además, escucha rumores de reubicación en la explanada ubicada en las avenidas Rodrigo Pesantez y Héctor Aguavil. “Dicen que nos van a mandar a otro lado”, menciona, sin saber qué pasará. Sus hijos, ya con sus vidas, son un recuerdo lejano en su lucha diaria.
Así, Blanca persiste en la peatonal 3 de Julio. Santo Domingo es testigo de su esfuerzo, donde el comercio informal enfrenta retos como bajas ventas y cambios urbanos, pero ella no se rinde.