«Primero investigar, luego pedir perdón»: Un sacerdote habla sobre los escándalos de la Iglesia

El padre Luis, desde Loja hasta Bridgehampton, comparte su vocación, los desafíos de la Iglesia católica y su visión para sanar heridas.
"Primero investigar, luego pedir perdón": Un sacerdote habla sobre los escándalos de la Iglesia
El sacerdote ecuatoriano en una de sus eucaristía en la nueva ciudad donde sirve.
"Primero investigar, luego pedir perdón": Un sacerdote habla sobre los escándalos de la Iglesia
El sacerdote ecuatoriano en una de sus eucaristía en la nueva ciudad donde sirve.

Ligia Mendoza

Redacción ED.

Ligia Mendoza

Redacción ED.

Licenciada en Ciencias de la Comunicación, especialidad Periodismo, en la Universidad Laica Eloy Al... Ver más

En una entrevista, el padre Luis Gonzaga, sacerdote ecuatoriano, relata su camino desde Loja, Ecuador, hasta Bridgehampton, Nueva York, donde sirve desde 2023, inspirado por la humildad del Papa Francisco y enfrentando los escándalos de la Iglesia con fe y transparencia para fortalecer la confianza de los fieles.    

Los casos de abusos por parte de sacerdotes han herido a la Iglesia. ¿Cómo ha enfrentado este tema como sacerdote?

Hasta ahora he debido atender en confesión a un par de personas que sufrieron estos abusos, la herida psicológica y espiritual es profunda. Personalmente tengo cuidado de tener a otro adulto (papá o mamá de algún niño) cerca en caso de alguna acusación. Hay muchos buenos sacerdotes que fueron acusados injustamente y que también llevan esa herida.

¿Qué cree que debe hacer la Iglesia para sanar las heridas causadas por los casos de pederastia?

Primero averiguar bien, hace algunos años el Papa pidió perdón en Canadá cuando hubo la noticia de fosas comunes donde había niños y adultos sepultados, todos miraron a la iglesia canadiense con desprecio; cuando se llevó una investigación seria, no se encontraron ni fosas, ni cuerpos ni los que habían “descubierto” los supuestos crímenes de la Iglesia. Todo fue falso pero la Iglesia ya quedó mal. El perdón se debe pedir, y ya se lo hizo, se cambió las leyes eclesiásticas, lo que deberíamos hacer todos es estar atentos a estos casos para ayudar a unos y otros.

¿Cómo habla con los fieles en Bridgehampton sobre estas controversias para mantener su confianza en la Iglesia?

Acá y debido a los abusos, son los mismos fieles quienes nos cuidan o nos avisan si hacemos algo que en Ecuador no tiene nada de malo pero acá sí. Creo que es de sabios escuchar lo que ellos nos dicen. Es interesante, a pesar de todo, que según una investigación que hice, sólo el 2 % de las personas que abandonaron la Iglesia afirmaron haberlo hecho por estos casos de abuso.

¿Qué aprendió del Papa Francisco sobre ser transparente y pedir perdón por los errores de la Iglesia?

A pesar de que en algunos casos se acusó injustamente, se pidió perdón, eso no es malo porque si la víctima es real, sabe que estamos actuando rectamente pero si se acusó a alguien falsamente, será Dios quien también nos juzgue.

¿Qué haría usted, como sacerdote, para asegurar que la Iglesia proteja mejor a los niños y a los vulnerables?

Creo que las normas están, ahora es necesario hacerlas cumplir y acompañar a los sacerdotes en sus parroquias, a veces los mismos sacerdotes o los feligreses no sabían que un sacerdote estaba enfermo y solo se enteraron cuando lo llevaron al hospital. Contar con alguien de confianza en la parroquia siempre es bueno, no evitará todos los peligros, pero al menos los hará más difíciles de cometer, y creo que los sacerdotes debemos autocuidarnos y cuidar a los demás. No permitir la presencia de ciertas personas excesivamente confianzudas ni prontas a la crítica o el chisme.  

Si algún día fuera papa, ¿qué mensaje principal compartiría con los católicos del mundo?

Que debemos darnos tiempo para dialogar y también para escuchar. No se pueden construir puentes si no estamos sintonizados en el mismo canal. Y como decía el Papa Francisco reflexionando sobre el pasaje de Jesús que duerme en el bote cuando se levanta una tempestad, él decía “todos estamos en la misma barca, a lo mejor no en la misma Iglesia pero sí en la misma barca llamada humanidad y llamada tierra. Lo que haga en contra de otro siempre volverá en mi contra.

Padre Luis y mons. John Barres, obispo titular de Rockville Centre.

¿Qué cambios le gustaría ver en la Iglesia para hacerla más acogedora y unida?

Que no sea mega Iglesia sino hogar donde se reúnen los hermanos. Que salgamos los agentes de pastoral (catequistas, religiosas, ministros laicos, grupos de oración) a las casas a buscar a los alejados a rezar con ellos y a decirles que no están solos. Al menos eso es lo que estamos haciendo acá en las 4 parroquias en donde sirvo.

¿Cree que un sacerdote de Loja, como usted, podría ser papa algún día? ¿Por qué?

Todo es posible, si Cristo eligió un planeta pequeño orbitando una estrella llamada sol que no es tan grande en un sistema solar diminuto comparado con otras galaxias, todo es posible.

¿Cómo se prepara espiritualmente para la posibilidad de que Dios lo llame a liderar la Iglesia?

Creo que la preparación de un sacerdote, así como de un obispo o cardenal es la vivencia de los sacramentos, quiero decir que no basta con confesar a otros sino confesarse uno también y no basta estar en misa sino celebrar la alegría del resucitado que nos sigue reuniendo, llamando y guiando.

Padre Luis, ¿¿Qué lo llevó a sentir el llamado para ser sacerdote cuando vivía en Loja, Ecuador?

Para serle honesto, viví en Loja por los primeros 6 años de mi vida, luego nos trasladamos a Santo Domingo de los Tsáchilas en parte debido a las duras condiciones climáticas que se vivía en esos tiempos (sequía) y por problemas con los vecinos. Yo crecí en Santo Domingo y luego me trasladé a Quito por los 7 años que duran los estudios para el sacerdocio.

¿Cómo influyó su vida en Loja en su decisión de dedicar su vida a la Iglesia?

Cuando llegamos a Santo Domingo, no existía la infraestructura que hay actualmente, la única iglesia que existía era la Iglesia Matriz, que se ubica frente al parque central. Esto, en cierta manera, nos llevaba a ser una Iglesia más familiar, donde todos, o casi todos, nos conocíamos. Luego las cooperativas de vivienda se fueron ampliando y esa familiaridad se fue perdiendo. En aquel tiempo mi mamá era quien nos llevaba a Misa o al catecismo y poco a poco nos fuimos haciendo amigos de los sacerdotes y de algunas religiosas. Ese fue mi primer contacto con el clero y las personas consagradas (monjitas).

¿Qué momentos de su juventud en Loja le dieron la certeza de que el sacerdocio era su camino?

Aunque algunos hermanos sacerdotes o religiosas pueden indicar un momento preciso de sus vidas en que la vida les cambió y pueden indicar la fecha y hora de su llamado, personalmente puedo decir que lo viví más como un proceso antes que como un momento puntual. 

¿Algún sacerdote o líder de la Iglesia en Ecuador le inspiró a soñar con roles más grandes, como el papado?

Quiero aclarar que, todo ser humano, en un momento de su vida tiene el deseo de un cargo o un servicio más alto: el cajero del banco en algún momento desea ser gerente o dueño del mismo, el chofer quiere llegar a ser dueño de una flota de autos o el periodista quiere ser el dueño del periódico. Sin embargo, dentro de la iglesia, no se suele hacer “carrera” episcopal, es decir no tiene que ver los estudios realizados, o los encargos asumidos, ni la producción literaria para acceder a un cargo superior. Suele tomarse en cuenta ciertos detalles pero que no son decisorios a la hora de nombrar a alguien como Obispo o Cardenal.

Celebración del domingo de Ramos en Bridgehampton.

¿Cómo describiría la fe que lo ha guiado desde Loja hasta su trabajo en Bridgehampton?

Creo que una palabra lo definiría: servicio. El sacerdocio si uno quiere, puede ser o servir para muchas cosas, pero quien desea ser imagen de Cristo tiene que servir. Una fe que está al servicio de los demás en todo momento, aunque, al igual que Cristo, uno acabe profundamente dormido al final del día. Preparación

¿Qué estudios realizó en Ecuador para prepararse como sacerdote? ¿Fueron en un seminario en Loja u otra ciudad?

Luego del colegio, la Diócesis de Santo Domingo, en ese momento dirigida por Mons. Emilio Stehle, nos enviaba a estudiar a Quito, en el Seminario Mayor San José. Todos los que ingresábamos hacíamos un año de propedéutico o de nivelación ya que proveníamos de diferentes tipos de colegios y de estudios realizados. Luego de ese primer año, continuamos los estudios en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Quito. Se deben cursar 2 años de Filosofía y 4 de Teología.

¿Cómo lo ayudaron sus estudios de teología o filosofía a fortalecer su fe y entender su misión?

Una frase atribuida al químico científico Louis Pasteur dice “La poca ciencia aleja de Dios, mientras que la mucha ciencia devuelve a Él”. Creo que eso es muy cierto. La poca ciencia nos vuelve presumidos y soberbios, pero mientras más estudiamos más nos damos cuenta que detrás de toda la maravilla que llamamos Creación, debe haber alguien que lo imaginó, lo creó y lo sostiene. En este sentido han sido muy útiles las conversaciones con personas que han cursado otro tipo de estudios, especialmente la medicina. Volviendo al tema de los estudios, creo que, en mi caso, me ayudó a limpiar la fe de ciertas creencias sin ninguna base o a buscar la base de otras creencias o prácticas muy arraigadas entre nuestros fieles.

¿Hubo algún profesor o curso en su formación académica que cambió su forma de ver el sacerdocio?

Creo que cada profesor deja su huella en los estudiantes, sin embargo, recuerdo con mucho aprecio al P. Roberto Fernández OP. Un sacerdote con mucho sentido común y con mucha experiencia sacerdotal, así mismo al P. Fernando Barredo SJ, a quien conocí gracias al grupo de la Renovación Católica Carismática y quien con sus palabras me ayudó a fortalecer mi deseo por aprender. 

¿Tuvo la oportunidad de estudiar fuera de Ecuador, como en Roma, para profundizar su preparación?

Gracias a Dios y a la Diócesis de Santo Domingo, fui el primer sacerdote de la Diócesis de Santo Domingo en ir a estudiar a Roma. Allí hice los estudios en la Universidad Gregoriana, y mi grado académico fue en una materia “peligrosa” conocida como Teología Dogmática. Digo que es peligrosa porque varios sacerdotes que obtuvieron ese título han sido llamados al servicio pastoral como obispos.

¿Qué tan importante es para un sacerdote seguir aprendiendo después de terminar sus estudios iniciales?

Usted me hizo recordar a un formador del Seminario que nos decía “jóvenes no se contenten con llegar a ser sacerdotes, no aspiren únicamente a eso”, hoy le puedo dar la razón. Como dije antes, el sacerdocio es un servicio, el mundo de hoy no hace caso porque tal sacerdote u obispo o incluso el Papa ordenen esto o aquello. El mundo de hoy pregunta, indaga, replica quiere razones y respuestas  

¿Ha tenido que estudiar algo nuevo en Bridgehampton, como inglés o temas pastorales, para adaptarse?

La verdad es que la preparación no acaba nunca. Personalmente sigo perfeccionando mi inglés, he tomado un curso sobre Bioética que ofrecía una universidad ecuatoriana, sigo leyendo. Espero algún momento dar clases de teología o de Bioética lo cual implicará prepararme de forma más concienzuda. Yo ya venía con el idioma aprendido, aunque sí he escuchado a mis hermanos sacerdotes que han venido de Venezuela o El Salvador que fue muy duro hasta dominar el idioma.

¿Qué fue lo más difícil de dejar Loja y Ecuador para venir a trabajar en Bridgehampton, Nueva York?

La separación con la familia siempre es difícil, acá a veces hay problemas con el clima, y aunque a diferencia de otras personas, no he tenido dificultad en adaptarme a un nuevo país o a nuevas situaciones, a veces el frío o el calor extremo siempre son un desafío.

¿Cómo fue adaptarse a la vida en los Estados Unidos, tan diferente de la cultura de Loja?

Para mí no fue tan difícil o diferente la adaptación, en cierta manera he tenido vida de nómada y ha habido la posibilidad de visitar este país en ocasiones anteriores. De pronto la dificultad que tenemos los latinos es no poder mostrarnos tan sociables como en nuestros países. Acá cada uno vive en “su mundo” y aprende a no molestar a los otros. Se pierde ese ambiente amigable que siempre hemos tenido en Latinoamérica.

¿Qué tradiciones o costumbres de Loja lleva consigo para mantenerse conectado con su tierra?

En cierta manera trato de mantenerme en los grupos de WhatsApp del Ecuador, sin embargo, acá me encontré con una comunidad azogueña y azuaya muy grande. En la zona que atiendo y que cubre 4 parroquias eclesiásticas los grupos más numerosos son de mexicanos y de cuencanos. Así que la música o los alimentos no son un problema. Lo único con lo que debo tener cuidado es con algunas palabras que en Ecuador no tienen connotación negativa, pero en otros países sí. Cuando veo risas nerviosas o incómodas, sé que he dicho algo que debo evitar.

¿Ha notado diferencias en cómo las personas viven su fe en Bridgehampton comparado con Ecuador?

Bueno, al estar lejos de lo que uno conoce, siempre trata de aferrarse a lo conocido y para muchos la religión es una realidad que reúne, que nos identifica, a la que uno vuelve con cierta facilidad. Y los latinos tenemos el poder para llevar nuestra fe y las tradiciones que acompañan nuestra religiosidad popular allá donde vayamos. Alguna vez, visitando a unos amigos que vivían en Bélgica, me invitaron a que por la noche nos reuniéramos en la casa de una familia porque le estaban haciendo la novena a la Virgen del Cisne. Acá en el Estado de Long Island dos celebraciones atraen a los feligreses: la Virgen de Guadalupe y la Virgen del Cisne. Y se celebra con mucha similitud a como se hace en Ecuador. Solo anotaría una particularidad, acá las personas acuden mucho más a la confesión que en nuestro país. 

¿Cómo ha aprendido a comunicarse con una comunidad diversa en Bridgehampton, con tantas culturas?

Al contar con dos mayorías, mexicana y ecuatoriana, las cosas no son tan difíciles sin embargo eso no quita que con las minorías, salvadoreños, ticos, colombianos, hondureños, guatemaltecos, etc., se tiene que apelar a la prudencia en las palabras o dichos usados. No es fácil, aunque si uno comete un error, ellos comprenden que uno no lo hace por mala voluntad sino por desconocimiento.  

¿Qué le ha sorprendido más de la vida en Nueva York como sacerdote?

Más que sorprendido, algo que me ha molestado es la excesiva burocracia que se vive en todos los estamentos de la sociedad, incluido el religioso. Todos son trámites o papeleos, permisos y solicitudes. La verdad es que a veces es desesperante. 

¿Cómo maneja los momentos en que extraña Loja o Ecuador mientras sirve en un país nuevo?
La verdad es que la vida sacerdotal me ha acostumbrado a ser ciudadano del mundo. Salir de Loja a Santo Domingo marcó mi primera separación de algo que conocía.
Ya luego el Seminario en Quito, los estudios en el exterior, el vivir y trabajar en las diferentes parroquias donde el Señor me ha enviado pues han creado en mí la idea de que aunque nací en un punto geográfico determinado, la Iglesia me llama a servir donde me necesiten. 

¿Qué lecciones de su vida en Ecuador lo han ayudado a conectar con los fieles en Bridgehampton?

Alguna vez le comentaba a mi mamá que en la vida de sacerdote he tenido oportunidad de comer en lugares muy elegantes, con copas para el agua, para el vino y para el champagne pero también he tenido oportunidad de comer en tarrinas y con cucharillas de plástico. Nada de eso me es ajeno o me escandaliza.
Ese “hacerle a todo” nos agrada mucho a los latinos, les da confianza y de alguna manera no nos ven distantes ni lejanos. Creo que en cierta manera a eso también se refería el Papa Francisco cuando decía que debíamos ir a las periferias. Y que el pastor debía tener olor a oveja.  

¿Qué aprendió en Loja sobre servir a los más pobres que aplica ahora en Nueva York?

Creo que una de las cosas que se aprende dentro del sacerdocio es aprender a donar: donas tu tiempo, donas tu vida, donas una palabra de esperanza, donas tu familia, donas lo que sabes y conoces. And las personas se dan cuenta de eso. Se dan cuenta que a veces no has desayunado o almorzado o que tu cara refleja cansancio pero que aun así tienes tiempo para escucharlos para desahogarlos, que haces, como dice un humorista chileno, “presencia presente”, que estás ahí y que no ha llegado solo el “bulto” de tu cuerpo.   

¿Cómo se asegura de ser un sacerdote cercano y compasivo, como lo fue el Papa Francisco?

El Papa Francisco basó su servicio a la iglesia, invitándonos a “aterrizar”, con el Concilio Vaticano II, nos dijo, al igual que lo hizo el Concilio Vaticano II, que debíamos volver la vista y los corazones al pueblo, a las periferias, a los excluidos, a aquellos de quienes no se quiere o no se puede hablar porque no es políticamente correcto (casados eclesiásticamente que se separaron y encontraron una nueva pareja, homosexuales, etc.) 
Creo que el primer paso es escucharlos, conocerlos, ayudarlos. Ese es el espíritu que guía a las iglesias sinodales (caminar juntos, escuchando y hablando). El siguiente paso sería actuar con el amor con que Cristo lo hizo, perdonando sin juzgar con ese juicio que hiere y destruye a la otra persona, y un tercer paso de este largo caminar sería mostrarnos humanos, los sacerdotes no somos seres super poderosos, también nos cansamos, nos enfermamos, tenemos vicios, somos humanos. Siento que el Papa nos quiso demostrar eso cuando en su primer discurso nos pidió “pregate per me” (recen por mí). 

El Papa Francisco en una de sus viajes.

¿Qué admiraba del Papa Francisco, especialmente su forma de liderar con humildad y sencillez?

Si hay que rescatar una cosa muy importante, es la cercanía a la gente. En su primer discurso, los papas suelen bendecir a la gente; en su primer discurso, el Papa Francisco pidió a la gente que rogara al Buen Dios que lo bendijera a él para luego él bendecir a la gente. Para mí fue novedoso, pero también fue una señal de cómo iba a ser su pontificado, aunque siempre nos dio sorpresas y muy agradables de cercanía como aceptar un mate en la Plaza de San Pedro, dejarse curar por una voluntaria cuando un accidente le provocó una herida en la ceja en su visita a Cartagena, Intercambiar con un ciudadano el solideo (el gorrito blanco que suele usar) que luego se remató para ayudar. 

El Papa Francisco vivía sin lujos. ¿Cómo intenta usted vivir con esa misma sencillez en su vida diaria?

Tengo una convicción personal que me ha guiado en mi vida, el dinero es importante, pero es sólo eso: dinero que si lo uso bien, ayuda pero si lo uso mal, destruye.
Y en los años de vida sacerdotal me he dado cuenta que si se busca el Reino de Dios y su justicia, el resto vendrá por añadidura. 

¿Qué enseñanzas del Papa Francisco sobre ayudar a los marginados guía su trabajo como sacerdote?

El escucharlos, es increíble que en este siglo de internet, teléfonos inteligentes, redes sociales, la gente se siga sintiendo sola y son nadie que los escuche. A veces no quieren que les solucionemos sus problemas, solo necesitan quien los escuche, los mire a los ojos y los haga sentir acogidos. 

¿Cómo cree que el Papa Francisco cambió la forma en que los sacerdotes deben acercarse a la gente?

Creo que el Papa fue un experto en comunicarse con el pueblo. Sus frases muy argentinas pero también fáciles de entender lo acercaron a la gente: frases como “Que el pastor tenga olor a oveja”, convénzanse que no van a poder hacer nada con las manos si no lo hacen también con las rodillas. primero la gente, después el horario. 

¿Cómo lo ha ayudado su experiencia en Loja y Nueva York a entender el mundo, algo clave para un papa?

Cuando estaba estudiando en Roma, solía ir a la Basílica de San Pedro y me detenía a ver a los peregrinos, había personas de todas las naciones de la tierra, se escuchaba distintos idiomas, entre los que podía identificar estaban latinos, ingleses, alemanes, japoneses, africanos, incluso árabes. Eso me demostró que la Iglesia es universal, y que a pesar de la barrera cultural o del idioma, hay un espíritu que siempre nos une.   

¿Cómo maneja la soledad o los momentos difíciles, especialmente estando lejos de Loja?
En Ecuador me acompañaba mi hermana mayor, acá en USA el trabajo no nos permite estar tan solos, siempre hay personas que atender o encargos que realizar. And si hay tiempo pues se visita a los amigos que poco a poco se va haciendo en estas tierras. 

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