En Calceta, tierra de madera, fe y tradiciones arraigadas, surgió una obra que cambiaría la vida de su autor. Jesús Oñate, artista local de 52 años, recuerda con claridad el momento en que fue llamado por el padre Antonio Mendoza durante una misa dominical.
«Don Jesús Oñate, necesito que haga una obra. Un regalo de Manabí para el Papa«, le pidió el sacerdote.
Conmovido y motivado, Oñate viajó a Portoviejo, donde conversó con su compadre y mentor, el artista Ivo Uquillas, quien le sugirió: «Hagamos un retrato del Papa en mosaico de maderas de Manabí. Usa los colores de nuestra tierra, los tonos que Dios pintó en la creación».
El retrato construido en Calceta con fe y en familia
Inspirado por esa visión, Oñate regresó a su hogar y comenzó el proceso junto a su familia. Recolectaron maderas de diversos puntos de la provincia y seleccionaron cuidadosamente cada especie.
Oñate destacó que la obra no solo representó una expresión artística, sino un proyecto colectivo, en el que la comunidad ofreció materiales, palabras de aliento y ayuda logística.
Una vez finalizado el retrato, se lo entregó al entonces arzobispo de Portoviejo, Monseñor Lorenzo Voltolini. Él se encargó de presentar la obra en una reunión de obispos, donde fue bien recibida por su valor artístico y simbólico. Poco tiempo después, el retrato fue enviado directamente al Vaticano. Al observarlo por primera vez, el Papa Francisco, conmovido, sonrió y expresó su emoción, según testimonios del momento.
«Fue un momento de humildad y alegría al saber que algo hecho con nuestras manos llegó tan lejos«, recordó Oñate.
Llevó un detalle íntimo y simbólico
En la parte posterior del retrato se colocó una fotografía del artista junto a su familia, así como pequeñas muestras de cada madera utilizada, con sus respectivos nombres. Este gesto convirtió la obra en un testimonio personal de identidad y amor por la tierra.
Este fue el primer trabajo de Oñate en la técnica del mosaico de madera, que hoy se ha transformado en una parte central de su propuesta artística. Aunque ninguna otra obra suya alcanzó tanta trascendencia.
«Para mí, fue un honor indescriptible. Era la primera vez que trabajaba en mosaico y lo hice para el líder espiritual de millones», expresó el artista.
El legado que resurge tras la partida del Papa
El fallecimiento del Papa Francisco, líder de la Iglesia Católica, ha provocado un movimiento global de reconocimiento a su legado. En este contexto, el retrato hecho en Manabí adquiere un nuevo significado, al ser considerado por muchos como un homenaje eterno.
«Hoy, al recordar esta historia, me lleno de gratitud por haber sido elegido, por contar con el apoyo de tantos, y por haber ofrecido al Papa un pedacito nuestro de Manabí, tallado en fe, arte y esperanza» afirmó Oñate..
Esta creación deja de ser solo un presente protocolar para convertirse en una ofrenda de memoria viva, hecha con las manos de un pueblo creyente y enviada con amor desde Ecuador al Vaticano.
Un mensaje desde Manabí para el mundo
La historia del retrato revela cómo el arte popular manabita puede ser puente entre lo espiritual y lo cultural. Cada pieza de madera encajada representa no solo técnica y diseño, sino devoción, identidad territorial y fe colectiva.
Jesús Oñate ha continuado desarrollando su estilo, pero reconoce que este primer trabajo marcó un antes y un después. La obra permanece viva no en museos, sino en la memoria de una localidad que encontró en la madera una forma de conectarse con el mundo.
El retrato del Papa Francisco, hecho en Calceta, una pequeña ciudad del cantón Bolívar, provincia de Manabí, llegó hasta el corazón de la Iglesia y hoy se resignifica como símbolo de fe, unidad y legado espiritual.
Y así como en 2015 tocó el corazón del Papa, hoy toca el de millones que lo recuerdan, reafirmando que la madera manabita no solo construye casas, también construye memoria.
Con información de Érika Lucas.