Oleajes en Las Gilces de Crucita: Una familia pierde su hogar y piden ayuda urgente

Los fuertes oleajes de este año han ocasionado daños en el sector Las Gilces de la parroquia Crucita. Una familia perdió su casa.
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Carlos Sanchez

Redacción ED.

Carlos Sanchez

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Nació en Jipijapa - Manabí, en 1984. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con una trayector... Ver más

El fuerte oleaje de marzo terminó de destruir la vivienda de Mariela Reyes, quien llora la pérdida de su hogar. Su casa, en la que vivió por más de 30 años, está en el sector de Las Gilces, de parroquia Crucita de Portoviejo, donde en los tres últimos años las olas del mar han golpeado con fuerza, en cada oleaje.

Hasta hace diez años, el mar estaba lejos de la casa de Reyes. Tenían al menos 50 metros de playa, donde se podía caminar con tranquilidad. Sin embargo, asegura que desde que se construyó la facilidad pesquera, en el sector de Los Ranchos, a 3 kilómetros de su comunidad, el mar empezó a ganar terreno y fue socavando su predio.

Hace un año, el mar derrumbó el baño que estaba en la parte posterior de su casa, pero hace dos semanas, las olas terminaron de destruir la vivienda. Parte de las paredes colapsaron, mientras que en parte baja se ha formado se ha formado una especie de túnel y las bases de hormigón quedaron en el aire. “Como usted ve, toda mi casa la he perdido. Las paredes están cuarteadas, socavones en la parte de abajo, todo se perdió”, expresó, mostrando los restos de su vivienda, ahora inhabitable. Con nuevo oleaje, la infraestructura se podría caer por completo.

Los daños que dejan los oleajes se pudieron evitar 

Según Reyes, el problema comenzó cuando el mar empezó a erosionar la arena, un proceso que se pudo evitar, pero no se realizaron las obras de mitigación por la imploraron durante varios años. Hace un año, la Prefectura de Manabí ubicó piedras escolleras, pero no las suficientes para proteger las fuerza de las olas. Frente a lo que era la vivienda de Reyes, las piedras no cubren ni un metro de altura.

«Cuando se junta el aguaje con el oleaje, esas piedras ni siquiera se ven, porque las olas la sobrepasan«, insistió Reyes, con una notable tristeza, pues no tienen dónde vivir con su esposo y sus cuatro hijos, dos de ellos menores de edad. Por estos días, se refugia en la casa de su hermana, quien le ha brindado un espacio para descansar.

Las paredes de la vivienda de Mariela Reyes colapsaron. Ella tuvo que retirar el techo.

Falta de apoyo y una ayuda insuficiente

A pesar de la gravedad de su situación, Reyes aseguró que ha recibido poca ayuda. “Solo unos representantes del Municipio de Portoviejo, vinieron, me entregaron unos colchones, toldos y víveres», comentó, al agregar que una persona de la parroquia Crucita, también le proporcionó alimentos al ver su situación.

Sin embargo, la ayuda que desde hace un año le han ofrecido, como un bono para solventar las necesidades de su familia, no ha llegado. “Solo quiero que no me engañen. Aquí vienen, me hacen llenar papeles, que nos iban a dar un bono, y hasta el día de hoy, nada”, expresó, al hacer una pausa y llorar desconsoladamente.

Su tristeza se acrecienta porque sus hijos están por ingresar a la escuela y no tiene dinero para comprar los uniformes. Tampoco cuenta con un empleo, pues su esposo se dedica a la pesca artesanal, pero hasta esa labor ha decaído y no cuentan con un ingreso ni siquiera para alquilar una casa. «Mi esposo sufre de epilepsia y mi hija mayor tiene discapacidad. No tenemos de dónde sacar dinero», lamentó.

Reyes hizo un llamado directo a las autoridades locales para que conozcan la situación en que ha quedado. “Que venga a dar una vueltita acá, para que vean cómo estamos. Yo también soy una ciudadana”, imploró.

Más casas corren el mismo peligro

El mar no solamente ha destruido la vivienda de Reyes. Hace un año, ocasionó el primer daño en una casa. Robert Navarro, otro residente de Las Gilces, dijo que la vivienda era de su tío, pero tuvo que irse a otro lugar. El último oleaje también destruyó las ramadas de caña, donde desviceran pescado. «Tenemos tres meses sin poder trabajar. No tenemos ni dinero para repararlas», expresó Navarro, quien coincidió que en los últimos años, el mar ha ganado terreno.

Navarro también solicita apoyo a las autoridades, que se ubiquen más piedras escolleras en la costa, pues hay más casas cercanas al mar. Una de ellas, es la de la hermana de Reyes, que está a escasos cinco metros de la vivienda que el mar destruyó. Hasta ese lugar, las olas del mar aún no llegan, pero temen que siga ganando terreno y ocurra una nueva desgracia.

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