Ecuador registra un déficit anual de hasta 80,000 donantes de sangre, según la Cruz Roja Ecuatoriana, entre 2020 y 2025. Este problema, identificado en Quito y otras provincias, ocurre porque la donación voluntaria no cubre las necesidades nacionales.
La Cruz Roja Ecuatoriana, responsable del 70% del suministro de sangre en el país, reporta que las donaciones anuales alcanzan las 255,093 pintas. Sin embargo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que Ecuador requiere entre 280,000 y 700,000 donaciones al año. Esto depende de la población y las demandas de hospitales públicos y privados. En los últimos cinco años, el país no ha logrado cerrar esta brecha.
La pandemia de COVID-19 marcó un punto crítico. En 2020, las donaciones cayeron un 78% en abril, pasando de 18,000 a 4,420 donantes mensuales. Aunque las cifras se recuperaron parcialmente, el promedio anual sigue por debajo de lo recomendado. La OPS sugiere que entre el 2% y el 5% de la población done sangre para garantizar un abastecimiento adecuado.
Tipos de sangre y su impacto

En Ecuador, el tipo sanguíneo más común es el O+, presente en el 75% de la población. Le siguen A+ y B+, mientras que los tipos Rh negativos, como O-, A-, B- y AB-, son escasos. Esta distribución complica la disponibilidad de sangre para emergencias. Los tipos raros dependen de donaciones constantes, pero la mayoría son compensatorias, provenientes de familiares o amigos, en lugar de voluntarias.
La falta de donación voluntaria limita el suministro estable. En 2024, se recolectaron 255,093 donaciones, pero el déficit persiste, con un faltante estimado de 97,200 pintas según estándares internacionales. Esto afecta especialmente a pacientes con enfermedades crónicas, cirugías o traumas.
Desigualdad en el acceso

La distribución de bancos de sangre es desigual. Provincias como Pichincha, Guayas y Azuay concentran la mayor demanda y recursos. En contraste, zonas rurales como Esmeraldas y Pastaza enfrentan escasez de infraestructura. La Cruz Roja opera 20 puntos fijos de donación, pero la cobertura no llega a todas las regiones de manera equitativa. Esto agrava el déficit en áreas menos pobladas.
Además, no existe un registro nacional público detallado de tipos sanguíneos en 2025. Sin esta base de datos, la planificación para emergencias es limitada. El Ministerio de Salud Pública y la Cruz Roja trabajan en convenios, como el firmado en 2020, para mejorar el acceso. Sin embargo, los avances son lentos.
Esfuerzos y desafíos actuales

La Cruz Roja realiza campañas anuales para aumentar las donaciones. En 2020, tras la caída por la pandemia, implementó unidades móviles y recolección a domicilio. Esto elevó las donaciones en junio de ese año de 4,420 a 13,384, un aumento del 200%. Pese a estos esfuerzos, la cultura de donación voluntaria no se ha consolidado.
El Ministerio de Salud invierte mensualmente $830,000 en componentes sanguíneos despachados por la Cruz Roja. Estos incluyen glóbulos rojos, plasma y plaquetas, esenciales para tratar hemorragias, cáncer y partos de riesgo. Aun así, la dependencia de donaciones compensatorias sigue siendo un obstáculo.
En 2025, el desafío es claro: incrementar la donación voluntaria y mejorar la infraestructura. La meta es alcanzar al menos el 2% de donantes de la población, equivalente a unas 350,000 pintas anuales. Esto requiere mayor sensibilización y coordinación interinstitucional.