Hace poco leí que “… para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las exportaciones deben ser eje central del crecimiento ecuatoriano, con miras a transformar al país en una economía más competitiva, diversificada y resiliente hacia 2040…
El sector exportador ecuatoriano presenta un panorama prometedor que sustenta la estrategia del BID. Las exportaciones no petroleras han mostrado una tendencia creciente sostenida, alcanzando USD 24.848 millones en 2024, lo que representa el 72% del total exportado…” ( Primicias).
De esto se trata cuando se busca transformar un país. Una economía va a crecer en tanto y en cuanto crezca lo que vende al mundo. China y su impactante desarrollo que no deja de asombrar, ha crecido porque los dirigentes que sucedieron a Mao, histórico dirigente del Partido Comunista chino, tomaron la firme decisión de estimular la inversión privada de cualquier parte del mundo en su territorio con el objeto de crear empleo, la única manera posible de salir de la pobreza.
Den Xiaoping, el principal teórico y mentalizador de esta tesis, resumió espectacularmente esta teoría: “no importa el color del gato, lo importante es que cace ratones”.
Con el paso de los años, la inversión extranjera trajo consigo una masiva industrialización, de a poco se fue convirtiendo en la gran fábrica del mundo que exportaba todo y millones de personas salieron de la pobreza.
Ecuador también depende de lo que vende pero el problema, a diferencia de China, es que vende poco. De todas maneras pensemos en lo que sería el país sin los dólares que provienen de la exportación de petróleo, banano, camarón, flores, atún, etc.
Es de aplaudir, entonces, que un sector de empresarios de Portoviejo y su área de influencia piensen que el mundo es su gran mercado. Y es tan importante este criterio porque ese es un mercado que no va a desaparecer, que siempre estará allí. Podría en algún momento cambiar ciertos hábitos de consumo o deteriorarse la capacidad adquisitiva, pero nunca va a ocurrir todo al mismo tiempo en todo el mundo.
Y otra cosa: el productor que vende al exterior no depende de las costumbres o de los ciclos de consumo del mercado local sino de sus clientes foráneos y para ello se necesita invertir y crear empleo local. Este es el gran beneficio.
¿Qué deben hacer los diferentes niveles de gobierno al respecto? Apoyar a los exportadores irrestrictamente.