La modernización del Estado es un concepto que, en principio, busca una transformación profunda en la estructura administrativa y política de un país para hacerlo más eficiente y ágil.
El proceso actual de modernización impulsado por el presidente Daniel Noboa parece responder más a una necesidad urgente de ajuste fiscal que a una visión estratégica que favorezca el bienestar colectivo. La fusión de ministerios, la reducción de personal en el sector público y la reestructuración presupuestaria son medidas que considero están desmejorando la capacidad del Estado para atender las necesidades más urgentes de la población.
Una de las decisiones más controversiales ha sido la eliminación de partidas presupuestarias y el despido de más de 5.000 empleados públicos, lo que ha dejado a una parte importante de la población ecuatoriana sin trabajo. La premura por reducir el tamaño del Estado no ha sido acompañada de una planificación estratégica que minimice los impactos negativos en los servicios públicos esenciales. Entre los sectores más afectados se encuentra la salud, que ya enfrentaba una crisis estructural. El recorte de personal médico y administrativo en hospitales públicos, junto con la escasez de medicinas, ha provocado una situación alarmante que pone en riesgo la salud de miles de ecuatorianos. La modernización del Estado no puede justificarse a costa de la calidad de vida de los ciudadanos.
Además, la falta de incentivos productivos para sectores estratégicos como la agricultura, la pesca y la manufactura pone en evidencia la ausencia de una política económica inclusiva. Estos sectores no solo son fundamentales para la seguridad alimentaria del país, sino que también representan una fuente importante de empleo. La falta de apoyo a los pequeños y medianos productores deja ver un modelo de modernización que no considera las bases de la economía nacional, sino que se enfoca únicamente en la reducción de costos, sin priorizar el crecimiento sostenible y la generación de empleo digno.
El presidente Noboa fue elegido mayoritariamente por representar una nueva esperanza para el país, un liderazgo joven y comprometido con la recuperación de la estabilidad y el progreso de Ecuador. Es imperativo que no repita los errores de gobiernos anteriores, como el de Rafael Correa, quien, en nombre de la modernización, concentró el poder y envió a la calle a más de 10.000 ecuatorianos, sin importar las consecuencias nefastas para sus familias. La modernización debe ser un proceso inclusivo, basado en un análisis profundo y una planificación estratégica que priorice el bienestar de todos los ecuatorianos.
Los ecuatorianos necesitamos un cambio, pero un cambio justo, transparente y con visión de futuro, en el que el Estado sea un aliado para desarrollarnos produciendo.