Según la Academia Americana de Dermatología, reventar granos en el rostro —una práctica frecuente en adolescentes y adultos— puede empeorar la condición cutánea, provocar infecciones bacterianas y dejar marcas permanentes en la piel. La advertencia se aplica globalmente, dado que es un hábito extendido sin distinción de región o cultura.
Manipular granos puede empeorar la inflamación
La acción de apretar un grano genera una ruptura en la barrera de la piel, lo que expone el tejido inflamado a bacterias externas y al riesgo de infección. Además, al presionar un comedón o pústula, el contenido de sebo y bacterias puede dispersarse hacia capas más profundas, agravando la inflamación y ocasionando lesiones más severas, como nódulos o quistes.
En declaraciones recogidas por la Asociación Española de Dermatología, el doctor Antonio Martínez asegura que “al manipular manualmente un grano, se incrementa la posibilidad de hiperpigmentación postinflamatoria y formación de cicatrices atróficas”.
El rol de las bacterias y la respuesta inmune
La bacteria Cutibacterium acnes está implicada en el desarrollo del acné inflamatorio. Cuando un grano es exprimido, se rompe el folículo piloso y el contenido se libera al tejido circundante, lo que puede desencadenar una respuesta inmunológica intensa. Este proceso resulta en mayor enrojecimiento, dolor y posibilidad de que el poro se obstruya nuevamente.
Según un estudio publicado en el Journal of Clinical and Aesthetic Dermatology, el 72% de los pacientes que manipularon sus lesiones presentaron mayor tiempo de curación y secuelas visibles en comparación con quienes no intervinieron manualmente.
¿Hay excepciones? Qué dice la dermatología clínica
Aunque la regla general es no reventar granos, los dermatólogos aclaran que existen casos en los que la extracción puede realizarse, pero únicamente bajo condiciones clínicas controladas. Esto se da en tratamientos específicos como la limpieza facial médica o drenajes de lesiones con supervisión profesional, usando herramientas estériles y técnicas adecuadas.
Además, algunos tratamientos tópicos como los retinoides o el peróxido de benzoilo ayudan a disminuir la inflamación sin necesidad de manipulación mecánica. La consulta con un dermatólogo es esencial para establecer un protocolo personalizado, especialmente en casos de acné persistente o severo.
Recomendaciones para cuidar la piel del rostro propensa a granos
- Evitar tocarse la cara constantemente, ya que las manos transportan gérmenes que pueden agravar el acné.
- Usar productos no comedogénicos, es decir, que no obstruyan los poros.
- Realizar una limpieza facial suave, sin frotar, dos veces al día con jabones específicos para piel con tendencia acneica.
- Consultar con un dermatólogo si los granos son frecuentes, dolorosos o dejan marcas visibles.
Estas medidas ayudan a controlar la aparición de granitos y a reducir la tentación de reventarlos, lo que a largo plazo preserva la salud y apariencia de la piel.
Las consecuencias invisibles: desde infecciones hasta cicatrices permanentes
Manipular lesiones inflamatorias como pápulas o pústulas sin supervisión médica puede llevar al desarrollo de infecciones bacterianas secundarias, como forúnculos o abscesos. En casos extremos, si la infección se propaga, puede requerir tratamiento antibiótico sistémico o incluso intervención quirúrgica.
Por otro lado, las cicatrices postacné afectan no solo la estética facial, sino también la autoestima del paciente. Un estudio de la Universidad de Harvard concluyó que el impacto psicológico del acné con cicatrices es comparable al de otras afecciones crónicas de la piel.
Conclusión: lo mejor es no reventar los granos
La evidencia médica actual es clara: no es recomendable reventar los granitos de la cara, ya que los riesgos superan los beneficios. En su lugar, se deben aplicar medidas preventivas y terapéuticas indicadas por profesionales, para tratar el acné de forma segura y eficaz.