Desafíos de la economía como la degradación ambiental, la persistente desigualdad y el sobreendeudamiento externo me llevaron a revisar la antigua sabiduría de Aristóteles durante el Primer Encuentro de Investigadores en Economía organizado por la Uleam, evento en el que evalué a partir de las categorías oikonomia (la gestión del hogar y la comunidad para el bienestar) y crematística (la acumulación ilimitada de riqueza) algunos paradigmas económicos del siglo XXI.
Aristóteles, defensor de la propiedad privada, concibió la oikonomia como la ciencia de administrar los recursos para el florecimiento humano, o eudaimonia.
Su objetivo no era el crecimiento por el crecimiento, sino la provisión de los medios necesarios para una “buena vida” virtuosa. En contraste, la crematística, la búsqueda de riqueza por sí misma, era vista como antinatural y moralmente peligrosa, una actividad sin límites que podía desviar al ser humano de su verdadero propósito.
Hoy, la crematística a escala planetaria nos ha llevado a ignorar los “límites naturales”: consumimos los recursos de un año en menos de ocho meses.
Asimismo, el Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2025 revela que, a pesar del crecimiento del PIB global, casi la mitad de las metas de desarrollo avanzan demasiado lento y un 18% ha retrocedido. Esto subraya que la prosperidad material cuantitativa no se traduce automáticamente en el “bien humano” cualitativo o el florecimiento humano que Aristóteles imaginaba. La riqueza, para él, era un medio instrumental para la virtud, no un fin en sí mismo.
La distribución de la riqueza global es otro testimonio de la crematística desenfrenada. Los millonarios poseen casi la mitad de la riqueza personal global, y un alarmante 60% de la riqueza de los multimillonarios proviene de fuentes “no ganadas” como herencias o monopolios. Mientras tanto, 733 millones de personas carecen de calorías suficientes. Esta concentración extrema Aristóteles la habría calificado de “apego inmoderado a la riqueza”.
A nivel global Finlandia, Dinamarca, Noruega e Islandia son países con clara tendencia hacia la oikonomía y la eudaimonia con altos índices de felicidad, apoyo social y confianza institucional, y en Sudamérica, Uruguay y Chile. Sin embargo, la región lucha con desafíos de alta desigualdad (Ecuador con un Gini de 0,453), dependencia extractivista (94,4% de las exportaciones de Ecuador son materias primas) y cargas de deuda externa, características de la crematística y la usura.
La sabiduría aristotélica es un llamado urgente a reorientar nuestra economía. Implica priorizar el bienestar cualitativo, respetar los límites de la naturaleza y entender que la riqueza es un medio al servicio del florecimiento humano.