Con las aplicaciones digitales, que incluso facilitan elaborar notas a manera de resumen cuando se atiende clases o reuniones laborales, la práctica de escribir ha menguado, al punto que casi nadie toma un esfero o un lápiz para comunicarse de manera tradicional.
Hoy, cuando se redacta un correo o un mensaje de chat, se emplean emojis que reemplazan palabras y el autocorrector, por otro lado, sabotea la milenaria práctica de la escritura, tan importante en lo personal y en las relaciones sociales.
Escribir bien significa pensar correctamente, conectar ideas, transmitir un mensaje; es dar forma al mundo con coherencia, es competitividad, es una habilidad intelectual que impacta positivamente en el trabajo y en el desempeño cotidiano, es una muestra de desarrollo e inteligencia.
La historia seglar explica que la escritura cuneiforme se originó en Mesopotamia (actual Irak) en 3.200 a.C., con los sumerios. Se usó una cuña para grabar símbolos que facilitaron los negocios, la educación, el comercio y la política. Después, el primer sistema fonético fue el alfabeto fenicio, fundamento de los alfabetos griego, latino, árabe y hebreo; de allí tendríamos el pergamino, el papiro y el papel, habiendo una gran revolución con la imprenta de Gutenberg en el siglo XV. Tanto tiempo para perfeccionar este sistema de comunicación tradicional y hoy está en detrimento.
Es que, si usted se da cuenta, como hablamos, escribimos, y viceversa; y esta es la herramienta para entender el mundo y para explicar nuestro pensamiento. Entonces, si no podemos escribir de forma correcta, emitimos ideas equivocadas, nos desconectamos, perdemos oportunidades, nos confundimos, creamos una imagen profesional deplorable.
Si bien ya no se escribe como la tradición dictaba, la interacción con comentarios en redes sociales es común y notoria, y es penoso cómo una mayoría se expresa, pues a la falta de congruencia se suma el desconocimiento de las normas ortográficas básicas.
Bien, ¿qué hacer para mejorar la escritura? La respuesta es simple: 1) Escribir y escribir, de alguna manera considerarlo un deporte en el que la destreza aumenta de acuerdo al tiempo de práctica. 2) Efectuar esquemas; por ejemplo, si usted desea redactar un mensaje en su oficina, organizar las ideas en base a preguntas básicas: ¿qué quiero transmitir?, ¿quién es el remitente?, ¿cuál es el argumento? 3) Ser sencillo y directo al escribir. 4) Leer, para tener más vocabulario, estimular la creatividad y ejercitar la construcción de ideas y párrafos.
Redactar es una práctica diaria en la que cada vez se aprende.