Un nuevo estudio liderado por el King’s College de Londres confirma que el mayor daño que sufren las personas con alopecia no proviene de la caída del cabello, sino del estigma social que rodea la enfermedad. Publicado en el British Journal of Dermatology, este trabajo encuestó a 596 adultos con alopecia areata. El hallazgo fue que más del 80 % presenta síntomas de ansiedad o depresión.
Más del 50 % de los participantes dijo sentirse avergonzado de su condición. Mientras que un tercio reportó dificultades en el trabajo, estudios, tareas del hogar y relaciones sociales. La investigación resalta que quienes logran ver su enfermedad con una percepción más positiva experimentan niveles de ansiedad más bajos, evidenciando que la salud mental se ve profundamente afectada por factores externos.
Más que un problema “cosmético”
La alopecia areata es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca los folículos pilosos, provocando desde calvas localizadas hasta la pérdida total de vello corporal (alopecia universal). Aunque se estima que más del 2 % de la población británica la padecerá en algún momento, los expertos lamentan que siga viéndose solo como un asunto “cosmético” y no como un problema de salud integral.
El doctor Christos Tziotzios, dermatólogo y autor principal del estudio, destacó que la alopecia “afecta significativamente la calidad de vida, la autoestima y el bienestar mental”. Sin embargo, la condición suele ser subestimada en las consultas médicas. Por ello, el equipo recomienda a los profesionales evaluar las percepciones y emociones de los pacientes durante las revisiones, para ofrecer intervenciones tempranas que reduzcan el estigma.
Un paso más: el estudio Alopecia+us
Como parte de su compromiso, los investigadores han lanzado el proyecto global Alopecia+us. Este nuevo estudio busca analizar el impacto real de la alopecia areata en adolescentes y sus familias. Ampliando así la mirada hacia la infancia y la adolescencia.
Más allá de la apariencia
El equipo insiste en que atender solo el aspecto físico no es suficiente. Es clave ofrecer apoyo psicológico, fomentar percepciones más amables sobre la propia imagen y educar a la sociedad para romper el estigma. Solo así se podrá mejorar de manera real la calidad de vida de las personas que conviven con esta enfermedad.
El mensaje es claro: la alopecia no solo se trata en la piel, también necesita cuidados para el corazón y la mente.