La metacognición, la capacidad de reflexionar sobre nuestros propios pensamientos, se presenta como una herramienta psicológica clave para integrar emociones y decisiones, según expertos. Este proceso, que permite observar la mente desde una perspectiva interna, puede mejorar la toma de decisiones, pero su uso excesivo podría desconectarnos de nuestras emociones.
La psicóloga Vanessa Armendáriz explica que este proceso permite “tener conciencia de lo que estamos pensando, deduciendo, infiriendo o decidiendo”. Esta capacidad no solo facilita la autorreflexión, sino que también ayuda a asociar emociones con pensamientos, promoviendo un mayor autoconocimiento.
Este proceso se basa en tres pilares
Según un artículo científico de Cecilia Heyes publicado en 2020, la metacognición se basa en tres pilares: discriminación, interpretación y difusión. La discriminación implica identificar si un pensamiento es consciente o automático; la interpretación evalúa la relevancia de esos pensamientos; y la difusión permite expresar de manera clara lo que sentimos y pensamos. Estos elementos convierten a la metacognición en una herramienta poderosa para pausar y analizar situaciones con serenidad, evitando reacciones impulsivas.
Sin embargo, los expertos advierten que un uso excesivo de esta capacidad puede tener consecuencias negativas. Armendáriz señala que la metacognición extrema puede llevar a una desconexión emocional, transformándonos en meros “espectadores” de nuestra propia vida. Por ejemplo, en el caso de una ruptura amorosa, una persona podría analizar tanto su dolor que termine reprimiéndolo con pensamientos como “es lógico que no funcionara” o “no debería sentirme tan mal”. Esto puede generar una neutralidad emocional donde ni la tristeza ni la alegría se manifiestan plenamente, creando un vacío afectivo.
La especialista indica que esta disociación surge de un conflicto entre lo que creemos que deberíamos sentir, según la lógica, y lo que realmente sentimos a nivel instintivo. “No todo lo que en teoría nos conviene lo percibimos como conveniente a nivel emocional”, mencionó Armendáriz. Este desequilibrio entre la mente racional y el cuerpo emocional puede hacer que las personas se sientan como si estuvieran viendo su vida desde fuera.
Para reconectar con las emociones, los expertos sugieren técnicas prácticas
De su parte, la psicóloga Ana María Zambrano, recomienda permanecer con la emoción sin apresurarse a racionalizarla, permitir que el cuerpo exprese lo que siente (como un nudo en el estómago) y expresarse sin analizar, por ejemplo, llorando o escribiendo sin buscar explicaciones. Por otro lado, las personas muy emocionales pero menos racionales podrían beneficiarse de trabajar en la verbalización de sus sensaciones para encontrar un equilibrio.
La metacognición, aunque valiosa, requiere moderación. Como señala Zambrano, el objetivo es evitar que esta habilidad se convierta en una barrera que nos aleje de nuestra experiencia emocional. Técnicas como el contacto con el cuerpo o permitirse vivir experiencias intensas pueden ayudar a recuperar el equilibrio.