Conmovido por su viaje sin retorno, es mi deber exaltar la memoria de quien fuese un ferviente defensor de esta ciudad del valle.
Abandonó su amada ciudad para estudiar Derecho en Guayaquil, siendo aprovechado discípulo de las más grandes luminarias de las leyes en aquella época, incluidos algunos exdignatarios de la República, e igualmente compañero de banca de personalidades de la política en el país, lo que le permitió ser un calificado interlocutor entre los manabitas y esa élite intelectual que en no pocas ocasiones obstaculizaba el desarrollo de Manabí, haciendo sentir su voz de forma altiva pero inteligente.
Por su relación de larga data con El Diario, en el siglo pasado no existió causa, reclamo, protesta o reivindicación en favor de Manabí en que Don Fayo no haya aportado su contingente intelectual, asesorando y guiando a legisladores y autoridades locales y provinciales. Consejero de obligatoria consulta por sus vastos conocimientos, siempre estuvo presto a colaborar gratuitamente con entidades no gubernamentales, corporaciones privadas sin fines de lucro y clubes de servicio social y deportivos, como el emblemático Portoviejo Tenis Club, y junto a varias directivas haber posicionado al club como un referente nacional e internacional en disciplinas deportivas como la natación.
Emprendió una cruzada cívica por la histórica Liga de Portoviejo, con la cual anhelaba, con inusitado entusiasmo y fervorosa pasión, que vuelva a pasear su garra y pundonor en el Reales Tamarindos, en la Serie A.
Extraordinario y abnegado amigo, siempre estuvo en las buenas para sus congéneres y aún más en las malas, cuando de liderar causa social alguna se trataba.
Tuvo la virtud y destreza de haber tratado con tres generaciones: la de nuestros padres, la nuestra y la de nuestros descendientes, lo cual evidencia una versatilidad, flexibilidad y adaptación que solo tienen los denominados por Brecht como imprescindibles.
Conocido por ser un entusiasta impulsor de la cultura gastronómica ecuatoriana, lo que lo hizo acreedor de ostentar uno de los paladares más exigentes en la provincia y le permitió administrar una base de datos que contenía el listado de restaurantes y huecas a nivel provincial.
Su legado de amor por Manabí, por Portoviejo, por la familia, por la amistad, fue ejemplar, digno de emular, y permanecerá en nuestros corazones por siempre. Se va un grande, con talla y porte intelectual, que destacó por sus éxitos jurisprudenciales. Quedan los gratos momentos que, con el devenir del tiempo, nos harán recordarlo aún más.
Hasta pronto, Edison Cevallos Moreira, Fayoya o Don Fayo.
Sentidas condolencias para Rocío y Gabriela.