Ahorrar energía no tiene que ser complicado ni requerir inversiones. A veces, con simples ajustes en la rutina diaria se pueden lograr resultados significativos. Esto se refleja no solo en el ahorro económico, sino también en el impacto positivo para el medio ambiente.
Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) indica que el consumo energético en los hogares representa cerca del 20% del uso total de energía a nivel mundial. Esto significa que las acciones individuales sí suman.
Además, según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), si todos los hogares del mundo usaran electrodomésticos eficientes y gestionaran mejor la climatización, se podría reducir hasta un 30% del consumo eléctrico residencial global.
Iluminación: lo primero que puedes cambiar
Uno de los errores más comunes en casa es tener luces encendidas en habitaciones que no están en uso o usar bombillos que consumen más de lo necesario. El cambio a bombillas LED puede marcar una gran diferencia, ya que consumen hasta un 80% menos de energía que las incandescentes y duran mucho más.
El PNUMA sugiere aprovechar al máximo la luz natural durante el día. Abrir cortinas y ventanas no solo mejora el ambiente, también evita la necesidad de prender luces. Organizar mejor los espacios también ayuda a distribuir la luz y reducir el consumo.
Además, usar solo la iluminación necesaria, evitar lámparas muy potentes en espacios pequeños y mantener limpios los focos y pantallas ayuda a mejorar la eficiencia sin gastar más.
El aire acondicionado también puede ahorrar
El aire acondicionado es uno de los aparatos que más energía consume en casa, sobre todo en zonas de clima cálido. La ONUDI (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial) recomienda mantenerlo a una temperatura promedio entre 24 °C y 26 °C, que es confortable y eficiente.
Bajar la temperatura más allá de eso hace que el equipo consuma entre 5% y 7% más energía por cada grado. Además, si se mantienen abiertas las ventanas o se deja escapar el aire frío, el consumo se dispara.
También es importante realizar mantenimiento periódico: filtros sucios y partes desgastadas hacen que el equipo trabaje más de la cuenta y use más energía de lo necesario.
Cómo usar mejor los electrodomésticos
El momento del día en que usamos algunos aparatos también influye en el consumo. La Agencia Internacional de Energía sugiere evitar el uso de equipos como planchas, hornos eléctricos o lavadoras durante las horas pico, especialmente en países con sistemas eléctricos inestables o donde el costo varía según la demanda.
Planchar en bloques varias prendas a la vez también ayuda, porque se aprovecha mejor el calor y se evita encender y apagar el aparato repetidamente.
Otro punto importante es llenar bien la lavadora antes de usarla. No se recomienda lavar con poca ropa, ya que el consumo de electricidad y agua es el mismo.
Los aparatos que quedan conectados todo el tiempo, como televisores o cargadores, también consumen energía incluso cuando no están en uso. Se calcula que ese consumo “fantasma” representa hasta un 10% de la factura mensual.
Lista de recomendaciones prácticas para ahorrar energía
- Cambia bombillos incandescentes por LED.
- Apaga luces y aparatos que no uses.
- Aprovecha la luz natural durante el día.
- Mantén el aire acondicionado entre 24 °C y 26 °C.
- Limpia los filtros del aire cada 15 días.
- Plancha fuera de las horas pico (ideal antes de las 09h00 o después de las 21h00).
- Usa la lavadora con carga completa.
- Evita usar secadora eléctrica si puedes secar al aire libre.
- Desconecta cargadores, microondas y equipos que no estén en uso.
- No dejes el televisor en modo “stand by”.
- Revisa la etiqueta energética antes de comprar un electrodoméstico nuevo.
- Usa regletas con interruptor para apagar varios aparatos a la vez.
- Evita abrir constantemente la puerta del refrigerador.
Una responsabilidad compartida
Ahorrar energía desde casa es una acción concreta que todos podemos hacer. No se trata de vivir con incomodidades, sino de adoptar hábitos más conscientes y sostenibles.
Los estudios coinciden: si millones de personas aplican estos pequeños cambios, el resultado se nota. Se reduce la presión sobre los sistemas eléctricos, baja la emisión de gases contaminantes y, además, se protege el bolsillo familiar.
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