Manabí cumple 201 años de provincialización con profundas brechas por cerrar y grandes aspiraciones aún pendientes. La efeméride no solo debe ser motivo de celebración, sino también de análisis del presente y reflexión sobre el futuro.
El centralismo estatal sigue siendo un obstáculo crónico para la provincia. Proyectos estratégicos como la ampliación del aeropuerto Eloy Alfaro, el fortalecimiento de los puertos artesanales, la recuperación de vías y la reconstrucción post terremoto siguen estancados o desfinanciados. La voluntad de autonomía que la provincia expresó hace más de 25 años fue desechada por intereses políticos.
Pero el problema también es interno. Una provincia no puede desarrollarse si su gente no sabe hacia dónde va. Muchos ciudadanos desconocen los planes de desarrollo, las metas y las prioridades. Esa desconexión crea apatía, desmoviliza y debilita el control ciudadano.
Solo con información clara y compartida podrá construirse una visión colectiva, exigir resultados y evitar que los esfuerzos se diluyan por la inercia o el aislamiento institucional.
Es hora de que las autoridades, con mayor decisión y transparencia, conviertan los planes en compromisos visibles, discutidos y exigibles por la ciudadanía.