55 años vendiendo helados secos. La vida de Freddy Mendoza con un canasto de recuerdos

Freddy Mendoza tiene 69 años y es uno de los pocos vendedores del popular helado seco. A diario llega ala avenida Reales Tamarindos.
Freddy Mendoza, ofrece los helados secos a quienes transitan por la avenida Reales Tamarindos.
Freddy Mendoza, ofrece los helados secos a quienes transitan por la avenida Reales Tamarindos.
Freddy Mendoza, ofrece los helados secos a quienes transitan por la avenida Reales Tamarindos.

Carlos Sánchez

Redacción ED.

Carlos Sánchez

Redacción ED.

Nació en Jipijapa - Manabí, en 1984. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con una trayector... Ver más

Freddy Mendoza tiene una rutina diaria desde hace 55 años: cargar su canasto lleno de recuerdos y helados secos. Un trabajo que no lo deja pese a las dolencias que lo aquejan.

Era el año 1970 cuando Mendoza inició con la venta de los populares helados. Llegaban en camiones, recorriendo más de 400 kilómetros, pues salían desde Quito para abastecer a la capital manabita y a los demás cantones. 

En Portoviejo eran muchas las personas que se abastecían de este producto para salir a las calles a ofrecer estos famosos helados. En esos tiempos, eran pocas las marcas que habían y las personas preferían este popular helado. “Había más vendedores antes, pero ahora soy de los pocos”, recuerda, evocando una época en la que las calles estaban llenas de voces ofreciendo este manjar.

Un canasto de recuerdos

Mendoza tiene 69 años y es uno de los pocos vendedores de este popular helado en Portoviejo. A diario, sale con su canasto, elaborado de caña guadúa, de esos tradicionales que ahora muy pocos utilizan. Dentro del canasto le envuelve un pedazo de cartón y papel, luego coloca hasta 60 helados, con pedazos de hielo seco que humea cada vez que abre el canasto para vender un helado.

Mendoza lleva los helados secos en un canasto hecho de caña guadúa.

Su jornada diaria la realiza en la intersección de la avenida Reales Tamarindos y Tennis Club, en Portoviejo, donde muestra las paletas de madera que simulan el helado. El más tradicional, es el de dos sabores: leche y chocolate, aunque también hay quienes prefieren el de mora.  “A mi edad ya no recorro mucho las calles, me duelen las canillas, soy diabético. Tengo un poco de enfermedades”, expresa Mendoza, mientras descansa un momento, sentado en una silla.

Esta es la cantidad de helados que logra vender

En sus mejores días, logra vender entre 60 helados, aunque confiesa que a veces solo coloca 30 o 40. “Depende del día, del sol, de la gente”, dice, con una sonrisa que esconde el cansancio de quien ha pasado más de medio siglo en esta labor.

Los helados se conservan con hielo seco, que llega desde Quito.

Cuando empezó con este trabajo, cada helado costaba unos sucres. No recuerda el valor exacto, pero lograba venderlos rápido porque las personas lo preferían. Ahora, hay más marcas de helados, pero hay personas que siguen prefiriendo los «secos», que cuestan 1 dólar, menciona Mendoza, quien aprovecha cada festividad para lograr vender más.

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