El presidente Daniel Noboa ha definido cinco pilares para su gestión: economía, educación, seguridad, obra pública y alianzas. Cada uno responde a necesidades urgentes del país.
El enunciado no basta; se requiere traducirlos en acciones concretas, sostenidas y eficaces. Y hay que empezar ya, porque el trabajo que demanda su cumplimiento es enorme.
La inversión pública debe ser motor de empleo y desarrollo, especialmente en zonas donde el abandono estatal ha sido histórico. Pero también es indispensable promover condiciones para que la inversión privada encuentre terreno fértil. Hay que hacer reformas legales decisivas para favorecerla.
En educación, los cambios deben ir más allá del aula. Es urgente alinear la formación con la transformación tecnológica y el mercado laboral. La infraestructura, por su parte, debe dejar de ser una promesa y convertirse en resultados visibles, útiles y ejecutados con transparencia.
El país no puede seguir preso de la inseguridad ni de la ineficiencia estatal. Se necesitan servicios públicos de calidad y empresas que funcionen con visión empresarial.
Romper ciclos, como lo prometió el mandatario, es más que un lema. Es un compromiso con el presente y con las generaciones futuras.