Estoy disfrutando mucho la serie de Netflix “Machos Alfa”, dirigida por Alberto y Laura Caballero, con los increíbles actores Raúl Tejón, Fernando Gil, Gorka Otxoa y Fele Martínez, protagonistas, en su papel, de ese prototipo de sexismo, ese modelo machista, que ya no tiene cabida en este tiempo y provoca desadaptación social a quienes se empeñan en conservarlo.
Es que el feminismo, la sociedad igualitaria, los derechos paritarios, el imaginario colectivo cambiante y todos aquellos -necesarios- movimientos y construcciones sociales ya no permiten fluir en libertad al hombre y mujer machistas del pasado.
Los episodios abordan la descolocación de esa conducta en la ciudad -sociedad- moderna, de alguna manera la equivocada pérdida de la identidad, así como las acciones y pensamientos necesarios para la “deconstrucción de la masculinidad tóxica”.
A ver, no es una serie profunda ni mucho menos, es superficial, hay comedia, humor hacia lo políticamente incorrecto, momentos hilarantes; sin embargo, el espectador se reconocerá: el homofóbico que no puede juntarse con homosexuales porque se siente disminuido; aquel que no asimila que el acoso también puede venir de una mujer en rango de poder y se descoloca porque su jerarquía se ve amenazada; el individuo que va buscando amor y estabilidad en un tiempo en el que nadie quiere comprometerse; el señor que no acepta que su esposa le pida “abrir el matrimonio” y que su hija decida cambiar su identidad y género; el marido que siente celos de que su mujer sea más exitosa profesional y económicamente; el individuo sumiso con la necesidad de deconstruirse; la doble moral…
El último episodio de la tercera temporada, en el diálogo de Fele Martínez, “Luis” en Machos Alfa, con la psicóloga, plantea la interrogante de si el feminismo está siguiendo el modelo machista para abrirse a una sociedad más igualitaria: ella quiere ganar como él, trata de competir como él, desea ser promiscua como él, controladora como él; entonces, ¿a qué puerto se llegará? Por supuesto que hay clichés en el papel de la feminista acérrima y el hombre desorientado. Si quiere reírse un rato, le recomiendo esta sátira de la masculinidad en crisis.
Para concluir, el término macho alfa ya debería ser descartado del vocabulario popular. Aquellas insinuaciones de único líder dominante, físicamente imparable, conquistador, competitivo, que no llora, que no muestra sentimientos, quedaron atrás; se adoptó en los años setenta de una investigación científica sobre la manada de lobos. El investigador corrigió el término: no aplica para nada a los humanos.