«En la vida se necesitan tres cosas: La humildad de no sentirse superior a nadie, el coraje para enfrentar cualquier cosa y la inteligencia para callar frente a la estupidez de ciertas personas».
Valiosa reflexión -leída en algún lado- que cito por sus profundos mensajes para moldear la personalidad de quienes aspiran dedicar su vida a servir a sus semejantes y a su patria. Es decir, pragmatismo con acciones e intenciones sin pasiones.
Ecuador decidió democráticamente brindar una nueva oportunidad al mandatario Daniel Noboa, para que demuestre con creces su capacidad de entrega, dedicación y trabajo por el desarrollo de la nación. El abrumador respaldo presentado en las urnas por los votantes, le significa al joven presidente un triunfo adosado al reto pleno de lograr cambios trascendentales para el rescate del país. El pueblo le tendió nuevamente la alfombra lila y amarilla para que se encamine otra vez a ocupar el sillón de Carondelet. Eso le pidió, eso le concedió.
Ahora, que el reloj de la verdad empezó su marcha para recordarle al gobernante que el tiempo no le es infinito, que es de su entera responsabilidad aprovecharlo para cumplir con sus promesas y objetivos y consagrarse o desvalorizarse como ejecutivo eficiente, como presidente aglutinador, como mandatario justo y como estadista visionario y conciliador, debemos estar prestos para evitar que lo olvide.
Aun más, la Función Legislativa bifurcó la alfombra lila-amarilla extendiéndola hasta el Palacio Legislativo, donde, al lograr el movimiento oficialista Acción Democrática Nacional (ADN) las principales dignidades de la Asamblea Nacional como la presidencia y primera vicepresidencia y la mayoría de las comisiones permanentes, se abrieron los brazos al mejor entendimiento con el Ejecutivo, oportunidad proscrita en las asambleas anteriores. Las expectativas y esperanzas de un mejor futuro se expanden.
Se ha hablado mucho de que el joven presidente no tuvo mucho tiempo ni espacio para desarrollar su gobierno. En esta oportunidad empieza su segundo mandato con la poca o mucha experiencia que su capacidad le haya permitido lograr durante su debut presidencial. El joven Noboa está en su punto de partida y dependerá de sus habilidades que la alfombra siga extendida, recordando que el pasado es un cúmulo de lecciones para obrar en el presente con más sensatez, justicia y nobleza, sin odio, mucho menos venganza. Y sin olvidar comunicar, uno de sus puntos débiles, porque “comunicar no es impresionar, es tocar almas” -también leído por allí-.