La algarabía desbordaba los renovados curules del sector centro-derecha de la Asamblea Nacional, lugar destinado para los nuevos “padres de la patria” de la bancada oficialista y aliados. La nueva mayoría debutaba con goleada sobre sus temidos archienemigos correístas.
Primero, festejaron la elección de Niels Olsen como presidente del Legislativo, pavoneándose encima de una aplanadora indestructible de 80 votos. Sin embargo, en breve, la máquina comenzó a tener problemas, su motor político empezó a cascabelear y a quemar aceite.
Con el correr de las horas, la aplanadora legislativa fue perdiendo fuerzas, y con mucho esfuerzo, cumplió el voraz objetivo planteado para la jornada: captar todos los cargos del CAL, sin darle chance al correísmo.
Sin embargo, la fragilidad del bloque oficialista es notoria. La humareda que desprende su motor se divisa con facilidad desde el extremo izquierdo de la Asamblea Nacional, donde se ubica el bloque de la RC5. Aunque han sufrido una fuerte dosis de su propia medicina (avasallamiento y bullying legislativo), saben que aún no están derrotados. Y, como fieras experimentadas, heridas desde el rincón, observan las grietas de la fortaleza gubernamental para así atacar con precisión. Saben que el eslabón débil de la mayoría oficialista se llama Pachakutik. Los correístas afilan garras y colmillos.
“La voluntad de las mayorías es el origen de todos los poderes”, escribió el francés Alexis de Tocqueville, mientras reconocía que veía un peligro en esta lógica: la mayoría impone su verdad sobre los demás. Esa es y siempre ha sido la amenaza del juego democrático, un sistema en principio justo que, sin embargo, puede convertirse en la tiranía de las mayorías.
El poder de los votos siempre es una tentación que nos empuja a la tiranía, no importa el nombre de tu bloque legislativo, o la identidad del presidente de la Asamblea, y tampoco si estás en la oposición o apoyas al gobierno de turno. Los abusos se dieron antes (les refresco la memoria, amigos de la RC5, período 2013-2017, hicieron lo mismo que les hacen ahora) y esos atropellos se pueden volver a repetir, así nuestro amigo —de apariencia inofensiva y espíritu bonachón— Niels Olsen presida la Asamblea Nacional.
En política siempre se corre el riesgo de pertenecer a las mayorías, decía el peruano Sofocleto. Y yo diría que dicho riesgo se incrementa o aminora según el clima político. La aplanadora oficialista se estrenó con viento a favor y aguas mansas, y aun así, casi naufraga. Parecería que la aplanadora es de cartón, y el cartón no flota.