Más, como lo sentenció Abraham Lincoln, “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Los farsantes de este régimen, sin oposición política y con el desparpajo tan frecuente en los mentirosos crónicos, no han podido seguir engatusando la inteligencia popular. Pruebas al canto: la expresión “Buen vivir”, presente en veinte ocasiones en el mamotreto de los “alzamanos” y que está consagrado en el Capítulo II, en el Art. 14 señala que “Se reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay”. Y el Art. 71 indica que “La naturaleza o Pachamama, donde se reproduce y realiza la vida…”. Es así como lograron impactar no solo en la tradición indigenista, sino también en quienes pensaron que los farisaicos asambleístas, vulgares copiones de las fruslerías del español Viciano y su equipo de vividores, obraban en función de los intereses nacionales. Hoy, cuando está descubierta solo una milésima parte de la engañifa que la han alargado por cerca de 2 años, las protestas de las agrupaciones sociales, entre ellas las comunidades indígenas, se hacen sentir en las provincias de la sierra y la amazonía. Y no les falta razón, ya que con su estilo grotesco, quien amenaza rodeado de una numerosa custodia, en el último de sus desesperantes soliloquios, advirtió que no permitirá que a los esbirros del congresillo – prolongación inicua de la Asamblea Constituyente – se les ocurra reformar el texto que les envió sobre la nueva Ley de Minería. Cuando el pueblo tenga conciencia sobre lo hondo que repercutirá en sus estómagos la crisis alimentaria, que llegará a nuestro país dentro de pocas semanas, entonces descubrirán que el Buen Vivir y otras ofertas no fueron más que una treta para conseguir la adhesión a un proyecto totalitario, dentro del cual obligarán a los habitantes de este país que se acostumbren a vivir con una inflación desbordante; el aumento del desempleo; el auge de la delincuencia común; la escasez de alimentos; la corrupción administrativa; la impunidad; la represión y todas las ruindades que caracterizan a las dictaduras con ropaje constitucional. "Está descubierta sólo una milésima parte de la engañifa"