Lo peligroso del caso es que al recibir el dinero, los supuestos beneficiarios firman un documento por el que se comprometen a pagar un interés que va del 10 al 20 por ciento mensual, lo que se convierte en el delito de usura. En el reconocido sistema financiero nacional las tasas van del 13 al 18 por ciento anual, esté último valor corresponde a las tarjetas de crédito. Cada uno de los días del año, un pequeño ejército de cobradores llegan a todos los sitios imaginables, especialmente a donde comerciantes informales y minoristas para cobrar los intereses, los que son cancelados, al principio, sin problemas; pero luego la carga se hace insoportable. Si no paga, la letra de cambio se hace efectiva, pero con valores puestos al libre albedrío del chulquero, lo que ha quebrado a muchas personas pobres. Hay casos denunciados en que la presión de los cobradores es tan intensa que no dudan en tratar al deudor a punta de golpes y amenazas. Este es un secreto a voces y los cobradores son fácilmente identificables, sobre todo en los mercados provinciales, pues tienen un horario y rutas definidas. Llegan con un cuaderno, recogen el dinero, anotan y se van. A veces discuten con los deudores. La especulación abusiva con graves daños está penada por la Ley; y en Manabí, especialmente, no hay organismo alguno que salga por los fueros de quienes han caído en manos de estos delincuentes, que no hacen otra cosa más que sumir en la miseria a quienes creyeron tener una oportunidad de salir adelante. Un control inmediato se impone ya. "La especulación abusiva con graves daños está penada por la Ley"