Fueron únicamente dos noches en las que el espíritu, con sus alas ligeras me transportó a tantos mundos olvidados; y que en la juventud los conocía a plenitud. Porque para entonces esos mundos eran míos, eran nuestros… Me llamo la atención la organización admirable para cada uno de los espectáculos presentados; de tal suerte que me podía llegar a cualquier hora y encontrar con facilidad los asientos y espectar cono comodidad en un marco creado por gente conocida de siempre y muchos amigos de nuestra generación, que estuvieron allí ávidos del buen espectáculo. Y hubo presentaciones de artistas para todos los gustos. De tal manera, que si un sector, por ejemplo, vibró con las canciones de Máximo Escaleras, que de hecho, no es de mi agrado, otros sectores subimos y sin cansancio hasta la cima de la emoción con la participación de los hermanos Tobar, el Trío Colonial, Claudia y los Iracundos, estos últimos como siempre, saludando a mi hermano Glen y a su esposa. Ojalá que las presentaciones sirvan para encontrar nuestra identidad, como una manifestación de cultura, tan ponderosa en años pasados, en los que a nuestra ciudad venían lo más afanados artistas del mundo. Por ello, el recuerdo de Miguel Barcia sigue golpeando a la memoria inusitadamente… Nuestro reconocimiento a la Universidad Técnica de Manabí por ese acierto incuestionable y, a sus principales dignatarios: José Félix Véliz, Eliécer Rodríguez y Carlos Navas. Viejos amigos, perennizados en la memoria del tiempo.