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FORMACIÓN
Usted, puede ser la diferencia

Les voy a contar una película que se llama “Tócame”. La protagoniza Antonio Banderas, que hace el papel de un maestro de bailes de salón: tango, twist, vals, salsa, etc. Visita un colegio público y comienza a dar clases a los chicos y chicas con problemas.

Martes 11 Noviembre 2008 | 16:13

Y qué problemas, a uno de ellos su hermano había muerto en un asalto y él seguía los mismos pasos; otra, su madre era prostituta y ella cargaba con la casa y con el estigma social de la mamá. Otra tenía una familia alcohólica donde la violencia era el pan de cada día, y así cada uno tenía una historia de dolor. Imaginen adolescentes en esas circunstancias, súper agresivos, menospreciaban todo lo que se les ofrecía, trataban con irreverencia y grosería. Simplemente reproducían lo que vivían. Al maestro le resulta realmente difícil llegar a ellos, no querían aprender, les parecía perder el tiempo, se burlaban. etc. El a pesar de eso, continúa con mucha tenacidad sus clases, tratándolos con un inmenso respeto y buscando estrategias para captar su atención y lograr que les guste la clase. Lo logra y al final del año lectivo los chicos y chicas participan en un concurso de baile, en el que demostraron lo aprendido y ganaron. Pero sobre todo aprendieron a creer en sí mismos, a respetarse y respetar, a que cuando una puerta de luz se abre en medio de la oscuridad, es bueno tomar el camino. Creo que es una película que nos muestra el gran potencial que los maestros y maestras tenemos, cuando se actúa con madurez, generosidad y respeto. En lugar de quejarnos buscamos formas de ayudarlos, cuando una estrategia no nos funciona pues la cambiamos y así sin darnos por vencidos. Otra cosa que me parece fundamental rescatar es no juzgar, no hay peor error que ése en el trato con los y las adolescentes, creo que en general a todas las personas les disgusta ser juzgadas, pero sobre todo a ellos. Vale hacer el esfuerzo por separar la acción de la persona, descubriendo que el hecho puede ser incorrecto pero la persona no lo es, y que debe, merece una oportunidad. Esto significa mirar más allá de lo superficial, encontrar el potencial y convertirse en alguien en quien ellos sientan, pueden confiar. Los maestros y maestras no podemos cambiar la situación de la familia, pero sí podemos tratar a los y las adolescentes de tal manera que sientan que merecen ser tratados mejor, que descubran que son valiosos y que alguien así lo cree, entonces quizás, sólo quizás, puedan escoger ese otro mundo posible. La diferencia entre un chico o chica que decide perderse en un mundo de violencia en el que vive a otro que decide construirse un mundo mejor para si mismo puede ser usted.
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