Otros artículos de productos básicos, como el plátano, también han sufrido un incremento desproporcionado desde inicios de esta semana; en las tiendas de barrio se vende la unidad hasta a 12 centavos de dólar, lo que genera angustia en una colectividad que tiene en este producto el pan de cada día. Pescados y mariscos no se salvan de esta nueva ola de elevaciones, pues la libra de picudo alcanzó los 4 dólares, sin que haya una explicación razonable para este ajuste. Cuando se esperaba que los precios alcancen un punto de equilibrio durante algunos meses, por lo menos, cae, como latigazo, un incremento sin que el clamor de la mayoría encuentre eco en ningún lado. Los controles de peso y precio han desaparecido del diario vivir de los manabitas y quienes acuden a los centros de abasto están a merced de la voluntad de determinados productores, hasta donde nunca llegan los controles de quienes deben velar por los intereses de la ciudadanía. El comercio es una actividad lícita y protegida, pero pretender ganar más de la cuenta, en claro perjuicio de las mayorías es, por decir lo menos, inmoral. Un ejemplo de ello es el litro de leche, que se paga en las fincas a menos de 30 centavos y se expende a 55; es decir, se gana casi el cien por ciento. La crisis es global, el Ecuador también está impactado, pero se puede aliviar en algo la angustia con un control inmediato y severo a quienes juegan con el hambre de los más pobres. Esto es un imperativo. "Control severo a quienes juegan con el hambre "