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Fernando Macías Pinargote
El milagro de San Juan

El moderno micro devora los kilómetros que separan Chile de Argentina.

Jueves 06 Noviembre 2008 | 18:17

Se interna en la cordillera que comparten ambas naciones y asciende hasta tres mil doscientos kilómetros sobre el nivel del mar. El paisaje se vuelve blanco como gasa y la nieve puede tocarse con sólo estirar la mano. Después del puesto aduanero empieza el descenso hasta Mendoza, capital de la provincia del mismo nombre. Pero mi destino es San Juan. El paisaje cambia y se torna árido. La mágica naturaleza permite a San Juan sobrevivir gracias a algunos glaciares que alimentan el rio que lleva el nombre de la ciudad. El agua sirve a la agricultura, principalmente viñedos, y al consumo humano. Dicen los Sanjuaninos que el famoso vino de Mendoza toma en realidad la materia prima de San Juan. Viajar hacia el occidente es desolador por el solitario y seco paisaje, y encantador por las formas caprichosas de ese mismo paisaje. Aquí se han filmado algunas películas y alguien sugiere que se podría filmar la nueva versión de la guerra de las galaxias. Pero el asombro aumenta cuando se llega al valle de la luna, un sitio que ha sido declarado por la Unesco como patrimonio natural de la humanidad, no sólo por su superficie impactante, sino porque en su suelo se han encontrado fósiles de los dinosaurios más antiguos del planeta. Pero el milagro de San Juan son la gran represa y varias presas derivadoras que cortan el paso del rio y aprovechan de él hasta la última gota. En las aceras de la ciudad cada siete metros existe un árbol. El líquido llega por canales cuyas compuertas se abren estratégicamente en determinadas horas. El agua aquí es palabra sagrada, como lo dijo Faustino Sarmiento, un prohombre nacido en esta región y que fue presidente de la república Argentina. Pero una noticia estremece hoy a esta ciudad comercial, con toques de modernidad pero muy tranquila y humana. Una transnacional intenta el permiso de los gobiernos argentino y chileno para explotar unas minas en la zona cordillerana. El problema es que la explotación acarrearía la destrucción de los glaciares y convertiría a San Juan en una ciudad fantasma. Existe oposición organizada de grupos ambientalistas, pero al parecer la política y el poder económico terminarán ganando la batalla. La explotación minera ya ha dejado secuelas por esta zona, donde se ha encontrado arsénico en cantidades alarmantes en algunas vertientes. De concretarse el macro proyecto, San Juan sería primer pueblo del siglo XXI obligado a emigrar por supervivencia. Sería literalmente la primera víctima masiva de la ambición desmedida y de esa bomba de tiempo que se llama calentamiento global. En medio de la reflexión y de la visita a otros sitios de interés, llega un compromiso social y con él el encuentro con un personaje muy ligado a la historia deportiva de Portoviejo: Juan José Pérez.
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