En Eloy Alfaro, Tarqui, Marbella, Jardines del Edén y Parques del Recuerdo los reencuentros fueron una constante. Los camposantos, usualmente solitarios, a excepción de los domingos, se llenaron del bullicio de la gente que llegó a depositar flores, tarjetas, velas y oraciones en las tumba de sus seres queridos. Luis Alcívar llegó a arreglar la tumba de su mamá, fallecida hace 15 años, porque hoy viaja a Santa Ana a visitar a sus suegros. Indicó que la fecha es propicia para compartir en familia sin olvidar a los muertos. Entre el ir y venir de la gente estaba el trío Sensación de Manabí, que cobraba 10 dólares por entonar 3 canciones, con acompañamiento de guitarra. En la tarde el negocio recién se les "arreglaba". Fuera del cementerio de Manta estaba María Suárez, quien con anticipación viajó a Ambato para proveerse de flores suficientes que vendió entre uno y 5 dólares el ramo. Los vendedores ambulantes ofrecieron agua y bebidas, sin olvidar los corviches, las empanadas y otros alimentos que ofrecieron a quienes decidieron alargar la jornada frente a las tumbas, especialmente aquellos que no residen en la ciudad. La ciudad La afluencia de gente de otros cantones incrementó la actividad comercial y abncaria. En Tarqui, de por sí desordenado, se dificultó el paso. En los bancos hubo largas filas de clientes retirando dinero para cubrir los gastos que demanda el feriado. En algunos, como el Banco del Pacífico, las colas estaban en el exterior. En la terminal terrestre salía más gente de la que llegaba. Las cooperativas buscaron cubrir la demanda, como el caso de Coactur que en la tarde incrementó 4 frecuencias hacia Guayaquil. En las playas la afluencia de turistas fue notoria aprovechando que el sol brilló en todo su esplendor para que nadie se quede sin broncearse.