George Clooney es, hoy por hoy, uno de los norteamericanos más empeñados en mostrar las costuras de su sociedad. En "Michael Clayton", Clooney tiene el papel principal, es abogado en una prestigiosa firma, sus colegas lo llaman "el solucionador de problemas". Lo conocemos metido en un caso importante: mucha gente enferma demanda a una compañía, gigantesca, por negligencias tóxicas que contaminaron la tierra y enfermaron a quienes viven de ella. En rigor, Michael Clayton (Clooney) no es el abogado a cargo del caso, el abogado es su buen amigo Arthur Edens (magistralmente interpretado por el británico Tom Wilkinson), que parece haber perdido la cabeza. Cuando aparece, Arthur Edens tiene todo el aspecto de un paciente de manicomio. Tras años y años defendiendo a la compañía gigantesca, Edens decide irse en su contra y contar, con detalles, pruebas y testimonios, cómo afectaron a la gente con sus malas prácticas. Todo el mundo, obvio, cree que se ha vuelto loco, y tratan de silenciarlo a como dé lugar. Edens no es un tipo normal, tiene problemas psicológicos y comportamientos extraños, pero sabe perfectamente quiénes son los buenos y quiénes son los malos. En un principio, el trabajo de Michael Clayton es asegurarse de que las cosas no se salgan de control. Pero en el camino, el personaje tiene una epifanía, una revelación, y decide hacer el bien sin mirar a quien. Entonces los poderosos se van en su contra y tratan de eliminarlo. "Michael Clayton", la película, es la historia de un hombre que se la juega por lo que cree es correcto. La cinta tiene mucho más diálogo que acciones, y aquello puede hacerla sonar trabajosa. Pero en este fin de semana, donde se estrena la tan esperada "Meteoro", "Michael Clayton" es una muy buena contraoferta. Una película que sin mucho aparataje le apuesta al drama personal, ético y moral. George Clooney ha escogió un personaje que le va de maravilla, el tipo que trabaja para el sistema y decide boicotearlo.