Es comprensible. La autoridad no tiene muchas opciones para cumplir esos objetivos. Pero difícilmente se llegará a los niveles que puedan garantizar seguridad de los ciudadanos, porque significaría contar con elementos de seguridad en todas partes y en todo momento. Lo más seguro es que el incremento de policías no cause ninguna reducción del delito y que luego parezca que no hay ningún esfuerzo de la autoridad en este sentido. Pero la realidad es que el crecimiento delincuencial avanza montado en la indiferencia de la ciudadanía. El desarrollo urbano genera el individualismo. Si bien las personas viven muy cerca, cada vez más se alejan espiritualmente, hay menos comunicación y, por lo tanto, menos interés por la vida de los vecinos. El residente urbano, en su mayor parte, se mete en su vida personal y de su familia y deja de mostrar interés por la vida de los demás. Si a ello se añade el temor que despiertan los delincuentes por su agresividad, tenemos la explicación del crecimiento incontenible de la delincuencia que no puede ser detenido con dos policías más en la esquina, porque también ellos están influenciados por la indiferencia y saben que cuando pidan colaboración de la ciudadanía contra los delincuentes, serán recibidos con indiferencia. ¿Qué hacer? Tal vez si adoptamos alguna forma de micro organización de la comunidad se obtenga el acearcamiento entre los vecinos que hace falta. El comité de barrio, la célula de la cuadra, de la manzana, el club de la lectura, el teatro o la baraja; cualquier pretexto es bueno para organizarnos, para reunirnos, para conocernos; y, una vez establecidos los nexos, ser capaces de correr cierto riesgo para defender la seguridad de los vecinos y sus bienes.