Hillary Clinton aseguró su supervivencia política al desbancar a su rival Barack Obama en Pensilvania por 10 puntos porcentuales, un margen que le permite seguir en la batalla por la candidatura presidencial demócrata.
La victoria de ayer supone la tercera vez que Hillary consigue desafiar los vaticinios más pesimistas, al lograr esquivar una derrota que podría haber sepultado sus aspiraciones presidenciales.
La senadora demostró su capacidad para sorprender en Nuevo Hampshire en enero pasado, donde se alzó ganadora contra todo pronóstico tras quedar tercera en las elecciones de Iowa, que dieron el pistoletazo de salida a la larga carrera por la Casa Blanca.
A esa proeza se suma su súbita resurrección en las primarias de Texas y Ohio a principios de marzo tras 11 derrotas consecutivas que la colocaron al borde del precipicio.
"La marea se está volcando a mi favor", declaró una triunfalista Hillary arropada por su marido, su hija y su madre en un mitin en Pensilvania en el que afirmó que Obama no había logrado dejarla fuera de juego pese a gastar mucho más que ella.
El senador afroamericano gastó 11,2 millones de dólares en anuncios televisivos, muy por encima de los 4,8 millones que invirtió en publicidad la campaña de Hillary.