Actualizado hace: 930 días 16 horas 3 minutos
Jorge Mosquera Peñaherrera
¿Hacia dónde vamos?

Ya estamos donde estamos. Lo lograron y lo logramos, al menos los que estamos cansados de un país presa de la corrupción que en los últimos años se ha mostrado como un enfermo terminal que no inspira sino lástima y conmiseración.

Martes 13 Noviembre 2007 | 21:28

¿Pero hacia dónde vamos? Es una buena pregunta que da vueltas en mi cabeza. Parecería que me obliga a responder lo que seguramente todos anhelamos: hacia un país donde podamos vivir en paz y tengamos la oportunidad de desarrollarnos como personas sociales que entienden que vivir juntos significa como en el amor ceder y aceptamos en nuestras diferencias. Con una actitud de vida así, puesta en la asamblea, seguramente que lograríamos construir un país bueno para todos y finalmente se acabaría el carrusel de la buena pregunta en mi cabeza. Muy a pesar de los que están bien hasta ahora y que lo han estado por decenas de años, la publicitada Asamblea Constituyente está a punto de fundarse a sí misma. El Presi ha demostrado la magia de la evolución social. La oportunidad de su presencia en el escenario nacional marca un verdadero hito que tendrá que registrarse en los libros de historia. ¿Quién se iba a imaginar que un “imberbe político”, armado sin más adminículo que su oratoria y con una brillante y joven armadura que desató admiración en las féminas de este impredecible país, terminará rompiendo las argollas de los partidos políticos viejos en tiempo y en ideas? Llegó al poder como un instrumento de revancha de las masas empobrecidas que recibieron, una vez más, aunque con más eficacia y fresca energía y con más oportunidad histórica, una esperanza para sus vidas. La promesa de cambiar las cosas a favor de los intereses de los más de los ecuatorianos, con el valor de señalar con el dedo a los “pelucones” de la Costa y de la Sierra, encendió el fervor por la patria que ya parecía olvidado. Pero a parte de los discursos de los que tienen el poder y de los que lo perdieron, los que los miramos y nos seguimos preguntando hacia dónde mismo es que nos quieren llevar, hay quienes auguran como final de la asamblea un trazado inequívoco de un horrendo camino hacia una visión chavista del mundo. Hay otros que prefieren pensar que es mejor atrincherarse en lo propio y hacer de la defensa el mejor ataque. De su lado, los gobiernistas blanden el pendón del socialismo del siglo XXI, palabras que meten miedo en un país hecho a la medida de los conservadores y ultraderechistas. En medio de esta incertidumbre los que miramos nos ponemos nerviosos pero eufóricos. ¿Hacia dónde vamos? La buena pregunta presa de la inercia de lo inconcluso permanece dando vueltas en mi cabeza y me doy cuenta que la esperanza es su rehén y que nuestro futuro como país su esclavo. "La esperanza es su rehén y nuestro futuro como país su esclavo"
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