Se conoció en la Subsecretaría de Pesca que justamente por la época del dorado, los armadores artesanales cambian sus artes para dedicarse a la captura de esta especie que representa un buen negocio por la demanda que exige el mercado externo, sobre todo, el norteamericano. La captura del dorado exige anzuelos de menor proporción que los que se utilizan para la pesca de otras especies como la albacora, picudo y otros; por ello la caída incidental de tiburones es menor a la que registra la pesca de altura, se explicó. La abundancia del dorado repercute en los precios. Al momento el costo de una libra de dorado para el público es de un dólar y para las empresas empacadoras es aún menor. Con la reaparición del dorado, las empacadoras reactivan su actividad, lo que representa la contratación de más fuentes de trabajo e indirectamente ganancias para quienes ofrecen materiales de embalaje y otros insumos utilizados para asegurar las exportaciones de dorado. El cambio de clima no ha afectado la pesca del dorado, pero sí al camarón de mar, pues corrientes frías lo llevan a la profundidad para protegerse de las bajas temperaturas de la superficie. Las embarcaciones tienen que multiplicar esfuerzos para la captura de esta especie. El trastorno climático no sólo que está afectando la salida del camarón de mar. También en las camaroneras se afecta el producto. Prueba de ello es que la presencia de este marisco es irregular en los mercados, dijo Colón Alava, comerciante de Playita Mía. Igualmente, la albacora se mantiene alejada para la pesca artesanal. La flota atunera tiene mejor suerte por sus potencialidades de recorrido, dijo Á lava. El picudo, por el hecho de estar escaso, porque su época de abundancia está terminando, es la especie más cara. La libra se ofrece a 2,50 dólares. Este producto tiene una alta demanda nacional.