Hace menos de un mes estaba sentado en una butaca tipo cine retro como las que, en su tiempo, existieron en el cine Victoria de Portoviejo, de esas cuya base se recoge cuando no hay nadie sentado sobre ellas. La butaca no estaba en un cine propiamente dicho sino en una de las pistas de baile de una discoteca en el centro de Bogotá. Corrían los días del Festival Internacional de Cine de Bogotá y junto a un grupo de periodistas y productores de distintos países, fui invitado a ver una serie de avances de películas hechas en Colombia.