Actualizado hace: 930 días 19 horas 32 minutos
Pedro Mirigliano
Soledades

En cualquier lugar, en cualquier momento, conversando en el café, en una reunión no necesariamente aburrida, a solas o con un circunstancial confidente, uno siente de pronto como si se fuera metiendo dentro de una botella. Paulatinamente se van apagando los sonidos, las palabras, los sentimientos y uno sin querer está solo.

Miércoles 07 Noviembre 2007 | 22:15

Es una especie de manto que, como un monstruo oscuro y vivo, nos cubre de pronto. Sin saber de dónde viene y porque, cada vez que nos atrapa nos mueve resortes muy íntimos que nos hacen pensar alternativamente en la vida y la muerte, desnudando nuestros temores y esperanzas. Y después, a medida que vamos saliendo, como siempre, de ese estado, vamos incorporando nuevamente nuestros afectos, porque no es necesario no tener a nadie para estar solo; ésta es la soledad de los que no están solos. Mientras me baño disfrutando a cuenta de los momentos que pasaré amando, enmudezco de pronto porque sé que está latente en mí mi propia soledad, ante la cual se estrellará el castillo de felicidad que haya construido y que con resignación volveré a construir. La vida es una sucesión de alegrías y penas y creo que se sienten más intensamente las amarguras. Y es ahí donde nuestro solitario sabe que sólo cuenta consigo mismo para salir de la botella. Porque, por más que se apele a los amigos o a los recuerdos, esa llovizna fría, pegajosa y confusa, se nos adhiere a la piel de arriba abajo y así estamos por minutos, ¿horas? Los dos en uno solo, enfrentados la soledad y uno mismo. Yo he intentado muchas veces deshacerme de ella, pero ¿cómo? ¿Cuál es su origen? ¿De qué recóndito lugar de mi alma procede? Solo sé que estará conmigo siempre y aunque me gustaría perderla en algún recodo de mi vida, lo confieso, sé que es imposible, por eso hay que acostumbrarse a convivir, a amar, compartir, sabiendo que repentinamente nos atacará y que mientras nos acompañe estaremos muertos para los demás, sólo estaremos con ella, solo estaremos solos. Es probable que todos llevemos esa carga, conscientes o no, por eso creo descubrir -a veces- a alguien atrapado en sus redes: Una mirada perdida en medio de una discusión, un gesto ausente frente a un semáforo que ya cambió de color, el aire indiferente de una muchacha frente a una declaración de amor. Yo lo sé y como yo debe haber algunos más, pero los otros, los que no saben de esto ¿cómo explicarles? ¿Cómo podría decirle a un amigo que mientras cree estar conmigo sólo hay frente suyo un maniquí, con aserrín en la cabeza y estopa en el corazón? Cómo gritarle: ¡Estoy Solo!... sin destruir tal vez, esa amistad. PD/ “¿Cuánto tarda la mosca atrapada en la telaraña en darse cuenta que su resistencia es inútil? P M
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