Entre las oportunidades de forma, que también son inmediatas, está la mejora de la economía de los negocios que directamente brindarán sus servicios a los asambleístas, como los hoteles, restaurantes, taxistas y más. Manabí tendrá en los próximos meses una exposición mediática que puede ser aprovechada para difundir nuestra cultura, nuestras oportunidades de negocios, nuestros sitios turísticos. La misma obra de la Ciudad Alfaro, que ya está entre los principales atractivos turísticos de la zona, es una huella física que deja la asamblea y que, de ser bien administrada, se puede constituir en otra opción de desarrollo. Sin embargo, más allá de estas citadas oportunidades de forma están las de fondo. Manabí, con la influencia que tiene todo anfitrión, puede imprimir en la redacción de la nueva Constitución el principal eje político que la ha movido en la última década: la búsqueda de la implantación de un sistema de autonomías para Ecuador. La mayoría de los líderes de opinión y políticos de Manabí están de acuerdo en que el sistema centralista ha fracasado y que es necesario ir hacia las autonomías, la descentralización, la desconcentración. Conviene, entonces, redoblar este discurso y llenarlo de argumentación para compartirlo con los asambleístas que nos visitarán y que tienen la alta responsabilidad de encontrar la mejor forma de descentralizar el Estado. Además, está la hasta ahora aparente decisión política del presidente Rafael Correa de impulsar a Manabí con miras a convertirla en un nuevo polo de desarrollo del país y del continente. Ahí están los grandes proyectos, buscando la forma de arrancar. La Asamblea es una oportunidad enorme. En las manos de los manabitas está el saber aprovecharla, tanto en lo de forma como en lo de fondo.