En el Ejecutivo se plantea un petitorio a la Asamblea Nacional Constituyente para cambiar el nombre al Código de Ética del Congreso Nacional, pues el término ha sido desgastado. También se insiste que las normas éticas que van a conducir a los asambleístas deberían llamarse de distinta manera. No obstante, en los pasillos de Carondelet existe la comprensión que esa decisión tendrán que realizarla los asambleístas, “de la mejor manera”, en el cónclave de Ciudad Alfaro, Montecristi.