La tierra de Don Eloy, Santuario de la Virgen de Monserrate, centro de la Tejedora Manabita, fina canción artesanal hechas con hebras de toquilla, bejuco y mimbre al arrullo del frío de esta antigua capital manabita, es hoy zona decisoria de la política nacional, en directo contacto con los teléfonos rojos y otros adminículos de comunicación del Presidente Correa, arrullado también por el frío del Pichincha y las murallas de Carondelet. En breve, el jefe de
Estado vendrá otra vez a Montecristi, para en ceremonia especial decir a la Asamblea Nacional: “Declino y entrego a ustedes mi poder constitucional. Así lo prometí en campaña electoral, y como yo, espero que todos los poderes públicos de las Funciones del Estado, Alcaldes y Prefectos, hagan lo mismo, porque el cambio debe ser total…”. En Montecristi, la historia se repetirá otra vez con nuevos rostros capacidades y estilos. Igual que en Riobamba 1830, cuando Juan José Flores compareció al congreso constituyente del naciente Estado ecuatoriano, que le ratificó su confianza y lo designó Primer Presidente de la República. Venezuela en el mando Presidencial y Ecuador en lo legislativo, enlazaron su suerte política y social. Hoy 177 años después, el mando y la suerte de la República son del pueblo soberano del Ecuador, sin que por ello, desaparezca el viejo nexo de las armas de la independencia, nexo que hoy descansa y se afianza en el poder económico del petróleo. Montecristi es por tanto, desde hoy, territorio clave de la política, aunque sus diseños y la palabra final, vengan de Carondelet y otros centros políticos y jurídicos, para que cada asambleísta hombre y mujer decidan con libertad la nueva estructura del Estado, bajo cuyo equilibrio democrático opere el cambio en niveles de libertad, solidaridad y equidad económica, política y social.
Desde ya percibo que a la declinación del mando presidencial seguirá la aprobación unánime o de mayoría abrumadora de un Decreto de la Asamblea, agradeciendo al jefe de Estado por haber honrado y cumplido su oferta electoral, en lo tocante al proyectado cambio político y nuevo rumbo por donde quiere que transite el Ecuador ciudadano y participativo. El sonoro discurso - mensaje declinatorio y Decreto de gratitud y renovación automática del Mando prorrogado ya están listos, esperando sólo ajuste y afinación para que la sincronía Ejecutivo – Asamblea Nacional funcione a la perfección. El obelisco en lo alto del cerro de Montecristi, será testigo del fervor republicano para lo que pudiera ser la última esperanza en la batalla incierta de ganar bienes jurídicos estables y perdurables, con libertad y democracia, o de perder estos supremos valores por autocracia impositiva. Mi fe va por lo primero sin cambiar mi convicción profunda de que una Constitución política no remedia la enfermedad incurable de la demagogia y politiquería estilo Ecuador. A partir de ahora es cuando más necesitamos que reluzca la conciencia y sus virtudes, teniendo a Dios en lo más alto como fuente de equilibrio y razón para acertar y ganar la paz y el desarrollo.
"El obelisco será
testigo del fervor
republicano"
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