Actualizado hace: 931 días 13 horas 9 minutos
Jaime Reyner Demera Arango
¡Competencias sí, pero al servicio social

! El mundo está en permanente cambio, aquello se debe a las leyes dialécticas en las que está inmerso, pues nada es inmutable, todo pasa por un proceso de evolución, una muestra de aquello son los paradigmas que han aparecido en la última década principalmente en el ámbito económico, político, empresarial y educativo, entre los que se destacan: calidad total, excelencia académica, norma ISO, estándares de calidad o competitividad, de donde nacen las competencias (conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes que facilitan los procesos intelectuales y laborales). Está tan de moda que se la menciona en todos los niveles educativos y sociales y en la mayoría de empresas es el primer requisito para ingresar.

Martes 23 Octubre 2007 | 20:54

Las nuevas reformas educativas demandan que las estructuras curriculares de los colegios deben ser diseñadas en base a competencias, para lograr con ello estudiantes competentes, capaces de insertarse en el mundo laboral; pero qué sucede, cuando los directivos y docentes le dan un enfoque pragmático y tecnocrático, o no están listos para trabajar con este paradigma, se convierte entonces en una hermosa utopía para el sector social los beneficios de ellas? Estimados lectores, Roeguier manifiesta que “Un currículo basado en competencias es el canal de un modelo de desarrollo económico que tiende a reemplazar algunos valores como: ciudadanía, igualdad y solidaridad”. Aquello puede conducir a la formación de estudiantes individualistas, egoístas e insensibles al clamor social o puede terminar en el aprovechamiento de manos de obras baratas de las grandes empresas transnacionales. Señores directivos, compañeros maestros, un currículo basado en competencias debe recoger las necesidades y proyecciones sociales para que pueda existir reciprocidad entre estudiantes y sociedad; así mismo tiene que matizar los básicos fundamentos filosóficos, culturales, psicopedagógicos, epistemológicos y sociales, priorizando la formación afectiva de los estudiantes, involucrando actividades que cultiven y desarrollen principios básicos de participación, autonomía, competitividad y calidad total; y, paralelamente, de cooperación, humildad, solidaridad, responsabilidad, honestidad, libertad, conciencia y desarrollo social. Sólo en la medida que se logre aquello estaremos conscientes que lo que se está haciendo en las instituciones educativas para la colectividad, vale la pena.
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