Actualizado hace: 930 días 18 horas 52 minutos
Pedro Vincent Bowen | E-mail: [email protected]
Para la historia (I)

Sí, esta nota tiene el propósito de aportar un par de datos que, con toda seguridad, serán recogidos por quienes, en el futuro, escriban la historia de “Ciudad Alfaro”.

Martes 23 Octubre 2007 | 20:54

Como vosotros sabéis, “Ciudad Alfaro” es un centro cívico que se levanta en la falda norte del cerro Montecristi. Comprende (en términos generales): a) un edificio prefabricado destinado a lo que será hoy sede de la Asamblea Constituyente, y mañana, centro de convenciones y eventos de toda índole; y, b) el más grande monumento levantado al “mejor ecuatoriano de todos los tiempos”, Don Eloy Alfaro Delgado. Pero (el infaltable), lo que no sabéis, es dónde, cuándo y por iniciativa de quién surgió la idea de que se eligiera a Montecristi como el lugar ideal para el  histórico acontecimiento: la refundación jurídica de nuestra República. Al atardecer del 27 de enero de este año (era vulgar), concluía una tenida más del Gabinete de Rafael Correa. En el ambiente ministerial, aunque decidido estaba la realización de la Asamblea Constituyente, flotaban muchas opiniones y dudas sobre el sitio preciso. Hasta que el ministro de Transporte y Obras Públicas, Trajano Andrade, con esa visión cósmica heredada de sus ancestros que de alguna manera estuvieron vinculados a la revolución alfarista (coronel Julio Andrade y el historiador Roberto Andrade), insinúa de manera convincente al Presidente: “Hagamos la Asamblea en Manabí, como un homenaje a Eloy Alfaro”. Correa acepta la sugerencia y desde Carondelet salen sendos boletines de prensa publicados al día siguiente, dando a conocer al país  la decisión del Gobierno: ¡La sede de la Asamblea Constituyente será Montecristi! Y, oh “coincidencia”: ese 28 de enero, las mismas fuerzas oscurantistas que patrocinaron el vil asesinato del Cóndor de América, intentaron “celebrar” a su modo tan vergonzoso acontecimiento en su propia cuna. ¡Qué paradójico! Seleccionar al proyectista de la obra (Francisco Aguilera) y al escultor (Ivo Uquillas) para que en equipo tomaran a su cargo la tremenda responsabilidad de diseñar y ejecutar la monumental hazaña, fue ya tarea más fácil... dado los antecedentes de ambos. Y ante los ojos del mundo está por concluir la obra: ¡en tiempo record!  (según los entendidos). El otro dato tiene que ver con los elementos que serán partes integrantes del museo-mausoleo: Objetos, fotografías, documentos, armas, etcétera, que pertenecieron al Viejo Luchador. Entre éstos, acabo de ubicar la pluma de oro con la que Eloy Alfaro firmó sus decretos. Se halla en Panamá en poder de uno de sus bisnietos: Eloy Alfaro de Alba. Lo sé porque me ha llegado copia de una carta que confirma el dato y cuyos reveladores detalles (vinculados con Abdalá Bucaram)) los haré conocer en el próximo capítulo (Continuará).
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