Tendría que haber acontecido un hecho trágico como el que agobia a la humanidad para que se reconozca de forma unánime, la indiscutible valía de la agricultura y de los que la practican con fervor, no sólo los empresarios agrarios sino particularmente los trabajadores del campo, aquellos que día a día agachan a todo sol, en la mayoría de los casos, a veces con lluvias o ratos intermitentes entre uno y otras, por la sencilla razón de que las plantas no paralizan, su crecimiento es indetenible y es lo que distingue a las actividades del agro de otras como la industria y el comercio.
Tendría que haber acontecido un hecho trágico como el que agobia a la humanidad para que se reconozca de forma unánime, la indiscutible valía de la agricultura y de los que la practican con fervor, no sólo los empresarios agrarios sino particularmente los trabajadores del campo, aquellos que día a día agachan a todo sol, en la mayoría de los casos, a veces con lluvias o ratos intermitentes entre uno y otras, por la sencilla razón de que las plantas no paralizan, su crecimiento es indetenible y es lo que distingue a las actividades del agro de otras como la industria y el comercio.
Lo fundamental de las labores agrícolas y su carácter indispensable en la provisión de alimentos ha sido ensalzado por el mismo papa Francisco, quien no desaprovechó la ocasión para ratificarlo, como antes lo había hecho en varios pronunciamientos; pero ahora, son varios los jefes de Estado que lo resaltan, no hay líder mundial que no lo haya hecho, promulgando medidas concretas para que la misión campesina se mantenga en el suministro de bienes primarios de consumo directo e insumos para la agroindustria y fortalecer las exportaciones no petroleras, sustento nacional.
Sin embargo, es momento de insistir que esos héroes anónimos, los obreros rurales, cuenten con la debida protección frente a la pandemia, que se adopten medidas de prevención y sanación que los citadinos reciben, no debe ser solo una obligación oficial sino un compromiso moral de los empresarios privados que los reclutan y asumir su alimentación completa, sus beneficios sociales y el tratamiento a su desmejorada salud. Dejar inactivos pero sin perder su remuneración a los mayores de 65 años.
En El Guabo, provincia de El Oro, los exportadores se oponen a una para total de diez días, planteada por el alcalde para evitar la difusión del virus, con el argumento que se afectaría la economía cantonal y a los trabajadores que se busca proteger, aceptándose que es muy difícil cumplir con las restricciones de mantener un espaciamiento entre ellos en sitios de obligada concentración como las procesadoras bananeras. Creemos que podría llegarse a un punto medio limitando las horas continuas de trabajo o la misma jornada diaria, mientras el precio a los plataneros está por los suelos. En todo caso, la vida tiene prioridad y hay que garantizarla.
Es el momento de una declaración planetaria que obligue al pago justo por las cosechas y bienes ganaderos, que se clama sin respuesta.
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