Las consecuencias están siendo claras y difíciles de controlar, por las carencias que las produjeron, tales como la falta de conciencia, dependencia del extranjero, desigualdad social, inestabilidad política, fragilidad democrática, demagogia y, en los casos más graves, miseria y hambruna. Con lo cual, si a esta pandemia no se la controla a tiempo dará origen a la desesperación psicológica y a una violencia extrema.

Los pequeños y grandes comercios sufrirán una brutal crisis financiera que dará origen a una alta tasa de desempleo, iliquidez y, a una mayor seducción política por una crisis en la que todos los gobiernos han estado de acuerdo. 

La mentalidad del ser humano es limitada y a menudo es utilizada en diferentes ámbitos como el económico o político, siendo sinónimo de un modelo de pensamiento que espera a que la solución a los problemas le caiga del cielo, es decir, le sea provista por entidades ajenas al Estado.

Históricamente se ha culpado al colonialismo europeo y norteamericano de mantener en un conveniente estado de atraso a las naciones más débiles. Las antiguas colonias latinoamericanas, luego de lograr su independencia, hoy compiten en condiciones de suma desigualdad con sus antiguos opresores, mientras que ellos se aprovecharon (y siguen aprovechándose) de la riqueza expoliada de los pueblos para fortalecerse.

Como comunicador social hago llegar mi mensaje al Gobierno, los medios de comunicación y a los periodistas que deben ser divulgativos, pedagógicos y ofrecer a la ciudadanía datos contrastados y que eviten alarmas innecesarias. 

Así mismo, el Gobierno debe autorizar el despliegue de personal militar sanitario y logístico en lugares donde se concentren personas con avanzada edad y dar facilidad para que la ciudadanía pueda abastecerse de alimentos.

Por esta razón, es muy importante que den voz a profesionales de la información y a personas expertas, huyendo de la especulación y de los sensacionalismos, ya que estos pueden fomentar la creación de alarmas innecesarias.