Desde su aparición en diciembre del 2019, todos pensábamos que estaba muy lejos para llegarnos, que solo sería para aquellos países cercanos a China y nada más. Error muy grave. Sin embargo, organismos e instituciones especializados hacían conocer de su gravedad en caso de que ocurriera su expansión.
No es necesario ser médico, especialista en salud pública, brujo o agorero del mal; solo tener sentido común, basta con conocer de qué pata cojean las autoridades o políticos de este país, para saber que todo lo que decían era mentira. ¿Qué decían? Que venga el coronavirus, que venga no más, estamos preparados, todo está debidamente planificado y tenemos una estrategia adecuada. Para decirlo se gastó y se sigue gastando mucho dinero en cadenas nacionales de radio y televisión. Al final, una gran mentira, lo cierto es que no estábamos preparados para nada.
Lo real es que el patógeno nos tiene de rodillas, espantados, aterrorizados, especialmente a las personas más vulnerables, adultos mayores con afecciones preexistentes. No sabemos si aun extremando y cumpliendo las recomendaciones saldremos bien librados y veamos una nueva Navidad.
Las autoridades que dijeron estar preparadas, están tomando medidas parches, apresuradas, a ver qué sale, a prueba y error, y muchas de ellas debieron tomarse tiempo atrás. Es más, se siguen cometiendo graves errores, como permitir que personas con posibles síntomas de la enfermedad, que van a los hospitales o centros de salud, regresen a sus hogares y sigan la cadena de contagios. En países que tomaron en serio el problema, no han escatimado esfuerzos económicos para realizar pruebas tempranas solo por el hecho de ser sospechosos y de esa manera la incidencia ha sido menor; en Ecuador, se hace la prueba a los que ya están con la salud complicada. Se preguntarán a cuántas personas ya contagiaron. A muchos, por lo tanto la cadena de contagio ha sido larga y desde luego que continúa. Al final, los funcionarios involucrados tendrán que rendir cuentas al pueblo o a las autoridades por lo correcto o equivocado que hicieron.
De lo que estamos seguros los ecuatorianos es que una vez que se logre parar el nivel de contagio, o la incidencia de la plaga, que no sabemos cuándo será, el COVID-19 vivirá con nosotros o con los que queden, y tendremos que aprender a convivir con él. Solo nos queda encomendarnos a Dios, que nos proteja y nos libre de este mal.