Actualizado hace: 936 días 23 horas 59 minutos
Universi Zambrano Romero
La migración Campo-ciudad

Muchas veces hemos comentado sobre la injusticia socio – económica que se presenta en Ecuador y en la mayoría de los países del mundo capitalista.

Domingo 16 Febrero 2020 | 04:00

 Por qué los campesinos (agricultores) abandonan el campo para sumarse casi siempre a los cinturones de miseria, que imperan en las grandes y medianas ciudades? Porque siempre trabajan a pérdida, ya que su esfuerzo no se refleja en los precios que pagan los intermediarios locales y especialmente las grandes cadenas de comercialización; sin que el Estado haga nada por remediar esta injusta situación. 

Los agricultores deciden abandonar el campo, ora en búsqueda de la educación de sus hijos, ora para buscar un trabajo que les permita mantener a su familia; pero no siempre lo consiguen. 
Los hijos se contagian de los males que existen en las ciudades, y las hijas están destinadas al trabajo doméstico y otros menesteres inconfesables. 
No solo en nuestra América, también en Europa los productores son víctimas de la explotación de las grandes empresas comercializadoras, que cobran hasta el 500% del valor pagado al productor. Aquí se origina la explotación, la desigualdad y la inequidad social que genera violencia, paros y huelgas.
Leopoldo Benites Vinuesa en su célebre obra “Ecuador, drama y paradoja” describe la realidad de nuestro país. Ejemplo: Cuando viene un gran invierno, sube la producción de maíz, arroz, café, cacao, naranjas, mandarinas, aguacates; pero los intermediarios sin conciencia bajan los precios de esos productos a tal extremo, que muchas veces prefieren que se pudran en la finca antes de malbaratarlos.  
Hace falta un sistema de protección al productor para que no se sigan perpetrando estas injusticias.
Muchos ensayos se han experimentado:  el cooperativismo, las asociaciones de productores, sin embargo, no han sido la solución. 
Grave, muy grave es la situación que vive el Ecuador donde impera la inequidad. Ojalá que llegue al poder un político que conozca a plenitud esta realidad. Caso contrario los campos quedarán abandonados, las ciudades bajo el imperio de la delincuencia, los jóvenes inmersos en la drogadicción, el alcoholismo y vendrá el hambre, la desocupación. Ojalá que no tengamos que importar alimentos.
 
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