El centralismo, la indolencia y la incapacidad para dar solución a los problemas que se generaron en el terremoto que afectó a Manabí y Esmeraldas es, en muchos casos, indignante, humillante y además, inentendible.
¿Por qué tras casi 4 años del doloroso y destructor sismo, aún existen obras básicas no construidas si hubo dinero para ejecutarlas?
¿Cómo es posible que incluso, no se inicien varias que están contratadas y en teoría financiadas con dineros que exclusivamente se deben usar para ese fin y que tienen que estar en una cuenta única?
El hospital de Pedernales, por ser una obra fundamental para la vida y por estar en uno de los cantones más afectados por el terremoto, es, a lo mejor, el más emblemático para graficar esta realidad, pero no el único caso. Otros dos ejemplos cercanos son el edificio de la Corporación Nacional de Electricidad, en la calle Alajuela de Portoviejo, y el Palacio de Justicia de la capital provincial.
Las tres obras tienen contrato y financiamiento, que no se debería tocar para otros menesteres porque proviene de los seguros, impuestos, donaciones y los fondos de la reconstrucción en general.
Por eso duele más, ver cómo un grupo de ciudadanos de Pedernales, en su desesperación y ante la degradación de un Estado ineficiente, ha viajado a Quito, para por medio de un plantón exigir a las autoridades que solucionen y superen los problemas que impiden que se construya el hospital.
El presidente Lenín Moreno y las instituciones del Estado deben parar su indolencia y resolver con eficiencia.