Como las elecciones están a un paso, a la vuelta de la esquina, como se suele decir, los políticos están nerviosos, unos, agitados, otros, pero todos frenéticos en una carrera sin fin para captar nuestros votos y llegar al poder, que es donde está la miel. Para ello, sin descanso, a tiempo completo, 24/7 como las farmacias que nunca cierran, golpean la puerta de todos, organizan fiestas, asambleas, concentraciones con los más diversos grupos, con la firme convicción que de allí, de esas reuniones, como si fueran magos con el sombrero de copa en sus manos, sacarán los votos para llegar donde aspiran.
Y repiten las ofertas de siempre, las promesas que nos han dicho por décadas y que ha permitido que una y otra vez caigamos en el error. Probablemente lo hacen, pensando que las elecciones, para cualquier pueblo, son, en estricta teoría, un canto a la esperanza -a quién no le gusta tenerla- por alcanzar mejores días.