No es que no pueda ocurrir, sino que es extraño que en algunos casos apenas han pasado seis meses y ya las calles presentan daños, cuando se entiende que el tiempo previsto para su vida útil es mucho mayor. Es extraño, también, que la fiscalización no hubiese advertido de esos posibles inconvenientes.

Se tiene que investigar porque es posible que hayan existido problemas bajo tierra que no fueron considerados en los estudios, como se ha encontrado algunos en obras que todavía están en ejecución, pero también podría haber un mal uso de las vías, por ejemplo, con el paso de vehículos cuyo peso supera la capacidad del asfalto, lo cual competería a regulaciones de tránsito.

Sea lo que fuere, lo cierto es que lo ocurrido no puede ignorarse. Incluso si los contratistas ejecutan los arreglos, hay que analizar dónde estuvo la falla para que, de existir alguna irregularidad, no vuelva a presentarse.

Por su parte, la Municipalidad debería considerar una revisión de las contribuciones por mejoras en esos sectores, dada la condición actual de las calles. Los ciudadanos no tienen por qué pagar por obras que al poco tiempo no sirven como deberían.